El populismo, como bien explica un video que circula por las redes sociales, propicia el asentamiento de la mediocridad en los altos cargos de gobierno. Ello le granjea al mandamás la lealtad de  súbditos que, en su fuero interno, saben que en otras circunstancias no ocuparían ni la portería del despacho dado en gracia.

Bajo la premisa de que “el cargo habilita”, vemos cómo un actuario con algunas nociones de aritmética elemental desquició las finanzas públicas, o cómo una señora con habilidades de peluquera es colocada al frente del sistema penitenciario, delegando en los pranes el manejo de las cárceles. Y por eso ocurren tragedias como la de Policarabobo. Así, un rosario de nulidades ha precipitado al país a una crisis sin precedentes que es ejemplo internacional de lo que no debe hacerse.

La introducción procede para tratar de entender el ensañamiento contra el general en jefe (degradado y expulsado de la FANB por decisión de Maduro) Raúl Isaías Baduel. Compadre de Chávez, acompañó a este en la cursi juramentación a la sombra del samán de Güere, más no en la aventura golpista del 4 de febrero de 1992 felizmente descabezada. Tal vez pensó que el fracasado magnicidio implícito en la intentona no cuadraba con su credo religioso ni sus principios castrenses.

No fue el primero de su promoción, mas ocupó el puesto 11 entre 84 graduandos, lo cual le colocaba muy por encima del oficial promedio. Hizo lo que han hecho los militares en un país sin conflictos bélicos: ascender cada 4 años hasta llegar a general. Como tal, estaba al frente de la Brigada de Paracaidistas del Ejército cuando se produjo el chapucero carmonazo y decidió que debía contribuir a restituir el hilo constitucional y devolver a la silla miraflorina a su renunciado y enculillado compadre.

Así lo hizo, sembrando quizá la semilla de la discordia que le convertiría en blanco de la sevicia roja, aunque en pago a ese tremendo favor, el galáctico lo ascendió, en 2006, a general en jefe y lo nombró ministro de Defensa, cartera en la que permaneció hasta su retiro el 24 de julio de 2007, pronunciando un discurso que hizo subir la gata a la batea, pues puso los puntos sobre algunas íes que incordiaron al semidiós de Sabaneta, por sus alusiones al socialismo real y  la debacle soviética, y su objeción a la pretensión de convertir el país en un cuartel y a la Fuerza Armada  en  partido político.

Ya colocado en la mira, se manifiesta, en noviembre de 2007, contra la reforma constitucional promovida por Chávez y la muy roja rojita Asamblea Nacional. Entonces hubo que montar la olla. Con asistencia cubana se le endilgó un desfalco ocurrido en el ministerio durante la gestión de sus sucesores.

Investido de la autoridad del “porque me da la gana”, Chávez ordena su encarcelamiento. Cinco años más tarde se le concede una libertad condicionada, interrumpida en esta oportunidad por un civil, Nicolás Maduro, con falaces alegaciones que ofenden su condición de general en jefe.

¿Qué se le está cobrando a Baduel? ¿Su firmeza en los sucesos del carmonazo, que no haya huido vestido de mujer, que no se escondiera? Las denuncias sobre su aislamiento en un profundo sótano y las torturas a que se le someten, compelen a preguntar qué habrá hecho, aparte de opinar, para que se le castigue tan salvajemente.


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