La más reciente rueda de prensa de la presidente del Consejo Nacional Electoral (tristemente conocido como CNE), la eminente y renombrada señora Tibisay Lucena, que Dios la tenga alguna vez en su gloria, explica de sobra las razones de la sociedad para desconfiar de la convocatoria a elecciones presidenciales (y demás votaciones que se le puedan ocurrir al Capitán), propuesta como una caja CLAP por la ilegítima asamblea nacional constituyente, de ingrata y vomitiva trayectoria.

Si ya la procedencia ilegal del llamado ha provocado la desconfianza de la mayoría de los ciudadanos sensatos de este país, las palabras de la encargada de la oficina electoral multiplican las distancias de la gente ante lo que se asoma como una farsa de proporciones gigantescas.

La empleada de la oficina electoral se ha limitado a confirmar su dependencia de las decisiones del Ejecutivo y del PSUV. Ha repetido los argumentos de sus jefes, sin distanciarse de sus contenidos ni un milímetro. Se ha esforzado en exhibir una transparencia que no está en los planes de los patrones, sino todo lo contrario. Ha remachado el discurso del equilibrio y de la sensatez cívica, cuando el desequilibrio y la insania campean por sus fueros en los despachos del Centro Simón Bolívar en el arranque de una manipulación sobre cuya puesta en marcha sobran las evidencias.

 ¿Por qué? Muy sencillo: porque solo se dedica a repetir el discurso político de Jorge Rodríguez, su antecesor en el despacho y una de las figuras más retorcidas y locuaces del oficialismo. El psiquiatra no ha tenido mejor discípula, párvula más obediente  y servicial, mucama más obsecuente. Quizá solo se muestre ella más independiente en la ejecución de la viola, porque la aprendió de niña mientras su patrón estaba alejado de la música sinfónica, pero, nunca se sabe, a lo mejor tocaron juntos antes en algún conjunto de cañoneros.

Cómo será la ciega servidumbre, que ahora quiere meter en el elenco de sus amigos a un visible compinche de su maestro. Si el señor Zapatero es parte de la intimidad del admirado mentor, también debe formar parte de su séquito en funciones delicadas de supervisión de las presidenciales. No importa su evidente parcialidad, ni su papel de subalterno de Maduro, ni las críticas justas que ha provocado su beligerancia a favor de la dictadura y en perjuicio de los factores democráticos. La amistad de Jorge lo avala y ella lo quiere poner en la cabeza de un seguimiento que requiere asistencia distinta, más respetable y digna de confianza.

Desde su historia sobre el apego a un acuerdo de República Dominicana, que no fue suscrito por la oposición pero que ella dice que lo tiene en su poder con las rúbricas correspondientes, hasta la selección que pretende hacer del ibérico sujeto después de presentarlo como un arcángel, a la señora Tibisay se le ve la costura. 
Que ahora atienda los caprichos del capitán Cabello, sobre meter a la Asamblea Nacional en el paquete de un fraude colosal, no debe caernos como una sorpresa. Así se hará, capitán, pero antes consulto con el psiquiatra para que nadie sienta que perdí la chaveta sin remedio.


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