¿En dónde comprará sus máscaras el fiscal general de la república? ¿Las pagará en dólares, petros, yuanes, rublos o rupias? Lo cierto es que su colección es, por demás, estimable en razón de su infinita diversidad. En el corto tiempo que lleva al frente de la vindicta pública las ha usado todas y, solo en modestos casos, se ha atrevido a repetirlas. Ayer sacó a relucir una nueva, la del fiscal que, por servidor apresurado, tropieza con sus propias mentiras. Mal momento para un hombre que no supo estar a la altura de las exigencias perversas de sus jefes.

Dicen por allí que fue tal la conmoción provocada en la cúpula del gobierno por el “suicidio asistido” (¿?) del concejal Fernando Albán que se rompieron todas las reglas acordadas en el orden de las mentiras. La primera de las versiones, ofrecida por el militar ministro del Interior, fue la menos comprometedora por simple y rudimentaria… como era de esperar.

La otra, en voz del jefe del Ministerio Público, fue no solo lamentable sino incoherente y, por ello mismo, más venenosa y pérfida. En boca de quien fue muy conocido en los medios de comunicación, tiempo atrás, por su defensa de los presos políticos, de los torturados y los desaparecidos, su explicación de los hechos ocurridos en los pisos altos del Sebin sonó tan falsa y reveladora como una orquesta sin instrumentos musicales animando la fiesta de una quinceañera.

Las dos versiones del oficialismo nada explicaron porque nada se podía explicar sin apelar a las mentiras en serie, mal montadas y peor coordinadas. Para mayor desgracia, no coincidían los dos voceros en aspectos fundamentales relacionados con el momento del trágico suceso, del lugar de los hechos y las acciones que precedieron minutos antes al acto del “suicidio”.

Hubo pues que requerir una segunda actuación del fiscal general para que remendara aparatosamente una versión ridícula que incluía el salto imprevisto por una ventana inexistente. Pero el fiscal cometió otro error mayúsculo al decir que “se investiga una gran cantidad de mensajes y videos encontrados en el teléfono, el correo electrónico y las redes sociales del concejal Fernando Albán. Muchos de esos videos podrían explicar la conducta lamentable del ciudadano Albán de atentar contra su propia vida”. Es decir, que ahora estarían fabricando una segunda muerte del concejal. 

Cuando el gobierno advirtió que los venezolanos y el resto del mundo no eran tan tontos para comprar a ojos cerrados esa trampa para cazar bobos, entonces retrocedieron vergonzosamente cuando ya era tarde para recoger los vidrios rotos. La prisa por mostrar una versión que negara unos hechos tan evidentes los hizo perder la ventaja de pegar primero. Hoy el mundo entero ha tomado la iniciativa y está exigiendo una investigación seria e independiente que le dé un rango de credibilidad superior a la improvisada explicación del gobierno.

Sea cual fuere el rumbo y el destino de esta investigación independiente, lo cierto es que ya quedaron marcados varios nombres ligados a la cúpula civil y militar del madurismo, que se agregarán sin duda alguna a los tantos otros señalamientos graves que están en marcha ante la justicia internacional.


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