Uno se cansa de leer en Twitter los repetidos lamentos de quienes se sienten desmoralizados porque los venezolanos, a pesar de las duras condiciones en que están viviendo, no se alzan de una buena vez y salen a enfrentarse al régimen de Maduro. Seguidamente alegan que Venezuela no tiene remedio y que acabaremos como una segunda Cuba, si es que ya no lo estamos. Es pan de cada día y es tal la fuerza de la repetición que se da por una verdad que no merece el esfuerzo de una refutación.

Pero quienes trabajan con esfuerzo y constancia en las innumerables organizaciones no gubernamentales que recogen sobre el terreno datos muy valiosos, suman cifras y clasifican esas informaciones para publicarlas en sus boletines trimestrales o anuales, nos transmiten señales muy diferentes, al punto de que cualquiera se queda pasmado ante una realidad recalentada por los conflictos, martirizada por los violentos choques entre los ciudadanos y las fuerzas de la represión, entre los grupos paramilitares rojo rojitos y las comunidades empobrecidas que toman las calles, cortan el tránsito por las carreteras nacionales o se instalan ante los portones de las “fábricas socialistas” para exigir mejores salarios.

Ya lo decíamos ayer cuando revisábamos el nuevo fenómeno de la presencia en las manifestaciones de fuerzas del chavismo que exigen con urgencia un cambio de rumbo y hasta de presidente, en consonancia con los deseos de la oposición. De manera que los lamentos por la quietud de los venezolanos ante la crisis merecen un enfoque menos simple y pesimista, menos arbitrario, aburrido y cansón.        

Ayer, sin ir muy lejos, se conoció un informe que llama la atención no por la novedad de sus conclusiones sino por las nuevas cifras que coloca sobre la mesa de la opinión pública. Preparado por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social y dado a conocer por el coordinador de esa ONG, Marco Ponce, el documento trae consigo varias sorpresas sobre las cuales vale la pena reflexionar.

Por ejemplo, revela que durante el pasado mes de octubre ocurrieron en el país 45 protestas diarias. Sí, nada menos que 45 salidas a la calle o protestas de todo tipo que expresaban la insatisfacción ciudadana por lo que estaba pasando por sus vidas, por el hambre, la falta de agua, la inseguridad, las fallas de electricidad, la escasez de medicinas y alimentos, el desplome de los servicios de atención a la salud, la obtención de documentos, los abusos policiales y los escuadrones de la muerte (no hay otra manera de calificarlos) que allanan una casa o apartamento sin orden judicial, pero sí con armas de guerra en las manos que disparan como si estuvieran en Siria.

A estas alturas del año ya es posible vaticinar, sin miedo a equivocarse, que vamos desgraciadamente a romper todos los récords acumulados en años anteriores. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social las cifras recogidas hasta la fecha elevan el número de conflictos hasta la fecha a casi 11.000. En todo caso, estos 45 conflictos diarios en octubre son, por lo demás, superiores al promedio del mes de “septiembre pasado que fue de 983, o casi 33 por día”. ¿Venezuela está tranquila? Ni tanto.


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