Nos informaba ayer la agencia AFP que “dos empresarios de una empresa de servicios funerarios en Venezuela fueron detenidos por presuntos ilícitos cambiarios en el marco de una investigación contra un millar de corporaciones” según el hiperactivo fiscal general “encargado”, Tarek William Saab. Sorpresas te da la vida.

En verdad uno se queda de hielo, petrificado y patitieso cuando un veterano militante de la conspiración militar del 4 de febrero, defensor y luchador por la libertad de los militares presos luego de esa conspiración criminal, pregonero de los derechos humanos, ahora se asume como verdugo de la fiscal Ortega, que él mismo respaldó en su momento y, lo que es más hipócrita, acompañó en sus actuaciones institucionales. ¿No habría sido más prudente y sincero apartarse de esos actos que hoy él denuncia?

Tarek William Saab, lo hemos dicho y lo repetimos, es un chavista que nunca renegó de su condición, que se le respetaba en las redacciones de los periódicos por su constancia y su entrega permanente a la denuncia de los presos políticos. Hoy se olvidó de ese compromiso, que con tanta generosidad atendimos los periodistas sin tomar en cuenta su militancia política, y vaya si era difícil publicar sus denuncias, como es ahora defender a los presos políticos.

Que hoy haya renegado de su condición moral, indispensable de todo luchador por los derechos humanos, dice mucho de su deterioro ético y, por supuesto, de su calidad de ciudadano. Su actuación como defensor del pueblo fue deplorable. Se mantuvo en silencio o paralizado cuando los militares protagonizaron las masacres de Barlovento y las de Cariaco, por nombrar solo algunas de las tantas que no han trascendido a la opinión pública gracias a que le faltó valor y entereza para sentar a los militares en el banquillo de los acusados. Tal cobardía no acepta excusas ni términos medios. Se asume con lo que los venezolanos llamamos groseramente “par de bolas”, es decir, valentía.

Cuando un fiscal general “encargado” anuncia que “se emitieron dos órdenes de aprehensión contra quienes aparecen como responsables de causarle un enorme daño patrimonial al país, Juan Miguel Lozano Espinoza y Andrés Daniel Lozano, detenidos antes de abordar un vuelo chárter hacia Aruba”. Vaya, vaya. De seguro no eran miembros de la MUD, ni empresarios dolarizados por el combo Maduro-Cabello. Son fantasmas que ahora aparecen de repente, no son amigos de los militantes superiores del PSUV, jamás le estrecharon la mano a un general ni a un ministro. Sombras en medio de la noche.

A ver, amigo Tarek, como fue que, según nos indica la AFP, “la Corporación Bates Hill C.A., propiedad de los hermanos Juan y Andrés Lozano, recibió 17,2 millones de dólares entre 2005 y 2014 para importar los químicos con los que elaboraban placas funerarias”. 

Tarek dijo que los químicos “fueron cotizados entre 650 y 724 dólares por kilo, pese a que su precio en el mercado internacional estaba entre 0,5 y 5 dólares por kilo”. Valga decir  que “el sobreprecio osciló entre 14.000% y 130.000%. Con el precio puesto a un kilogramo por esta empresa se pudo haber importado una tonelada”. ¿Ese sobreprecio lo aprobó la MUD? 


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