Mientras Caracas está hambrienta, desolada y confundida, la asombrosa policía bolivariana logró capturar, según un despacho de la agencia AFP, “al menos a siete personas durante una fiscalización de comercios realizada por el gobierno de Nicolás Maduro contra el alza de precios”. Pues a ese ritmo vamos bien…qué digo, requetebién. Dentro de 10 días sumarán 70 peligrosísimos especuladores que, sin mayores mientes, hacen pasar hambre a los macilentos venezolanos que todavía sobreviven entre billetes viejos y nuevos que nadie sabe para qué sirven.

Pero noticia es noticia aunque sea tan pequeña como una mosca en una ponchera de café con leche. Nuestro admirado general Néstor Reverol, ministro de Interior, Paz y Justicia (las dos últimas no existen en Venezuela pero tienen su modesto ministerio), declaró triunfante por Twitter, al igual que acostumbra Donald Trump, que “tras denuncias hechas por aumento especulativo de precios contra el pueblo, han sido detenidos el gerente y el subgerente de un supermercado del este de Caracas”. Gracias general, pero… ¿no es como muy poquito para tanta gente especuladora que merodea por allí?

Según –siguiendo el cable de la agencia AFP– tanto el ministro como los agentes policiales, los fiscales del Ministerio Público y demás empleados de la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos, Sundde, comprobaron que en el establecimiento se remarcaban “precios en 200%” y se acaparaban alimentos.

Pobre gente, y lo decimos tanto por los que participaron en la exhaustiva operación policial sudando la gota gorda para cazar apenas a siete piches empleados y también, desde luego, por aquellos empleados que estaban sobreexplotados día a día remarcando precios en alimentos que no existen, o que existieron alguna vez y que hoy, a veces, aparecen como los muertos que claman venganza. Es bastante posible que, en realidad, aquello que estaban remarcando fueran hileras de estantes vacíos. Vaya usted a saber.     

La Sundde (este peligroso organismo tiene nombre de helado de esos que sirven en las ventas de hamburguesas) dejó caer, así como quien no quiere la cosa, que “al menos otros cinco gerentes de supermercados en distintos estados del país fueron apresados por especulación”. Esta última parte sí es preocupante porque a lo mejor esa pobre gente especulaba sobre la existencia de alguna forma de vida en otros planetas del sistema solar.

Lo cierto es que en los tribunales de Estados Unidos no especulan sino que, como es su deber, abren averiguaciones, investigan, sustancian casos difíciles sobre altos gerentes bancarios que manejan petrodólares. Esos banqueros no remarcan precios sino que lavan dólares del madurismo más siniestro. Y no nos vengan con el cuento de que ese fue Rafaelito Ramírez. Los demás sabían: Nicolás, Cabello, Jorgito y su hermana, el árabe, el general y sus ahijados apadrinados, la cúpula civil y militar.

Y saber sin denunciar es complicidad por omisión, y más cuando se trata de bienes de la nación. Matthias Krull, un alemán que residía en Panamá, era un banquero rojito. Sabe demasiado. Qué digo, demasiado es poco. ¡Ay! Maduro madurito.


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