Es dado al delirio y susceptible a las apariciones. Todavía son objeto de chanzas sus encuentros cercanos del tercer tipo con el alma en pena del Cuartel de la Montaña que, a poco de usurpar el cargo que ostenta, le visitó transfigurado en pájaro y, después, ya atornillado con la venia de Fuerte Tiuna y la bendición de La Habana, en mariposón. Es, más que posible, casi seguro que padezca de alucinaciones acústicas y no pueda sacarse de la cabeza un suena que suena de vals peruano, un retintín de “El plebeyo” que lo tiene atormentado y al borde de un ataque de nervios. Tan persistente alucinación acústica, explicaría su porfía, rabieta y pataleta: voy a Lima y me importa poco que me moje o me parta un rayo. ¡Recórcholis!

“Trémulo de emoción”, reclama “el hijo del pueblo”, presidente obrero y Metro reposero que “la patria de Bolívar” tiene derecho de estar representada en la VIII Cumbre de las Américas que se celebrará en la capital peruana el 13 y 14 de abril. Sí, Venezuela tiene ese derecho. La cuestión estriba en que, a los ojos de la comunidad internacional, él no es el legítimo representante de una república malograda por la cúpula narcocorrupta a la que sirve de fachada presidencial.

Si no hay Estado de Derecho, el sillón correspondiente a esta maltrecha República Bolivariana debe, necesariamente, quedar vacío. Será, digámoslo con un oxímoron, una ausencia presente, porque en ese foro lo que aquí no sucede será obligatorio tema de conversación entre los mandatarios regionales.

Con la guapetona insolencia de quien canta “Adelita”, amenaza con ir donde no lo quieren. Por aire, mar o tierra –“Si por mar en un buque de guerra/ si por tierra en un tren militar”–.  Quizá le tiente la idea de colarse, ¡polizón a bordo!, en el avión presidencial de algún colega –Evo, Daniel o Raúl– y entrar de contrabando como hizo Felipe González cuando puso término a su exilio francés, aupado por Carlos Andrés Pérez, que probablemente habría negociado ese retorno con la Casa Real y el gobierno de transición.

En todo caso, lo del señor que nos ocupa no es anuncio de una visita indeseada que llevará a cabo cueste lo que cueste, sino de una invasión que comporta la violación de la integridad territorial de una nación extranjera, tal como hiciera el doctor Fidel Castro Ruz cuando sus hombres desembarcaron en Machurucuto para sumarse a una guerrilla combatida y derrotada por un ejército patriota muy distinto del que hoy baila al son cubano.

A quienes comparten su dogmático credo, injerencia debe parecerles palabra mal sonante. Prefieren hablar eufemísticamente de internacionalismo proletario y solidario, doctrina con la que la desaparecida Unión Soviética enmascaraba sus intromisiones teniendo como agentes eficientes a los partidos comunistas nacionales. Escudado en esa faramalla ideológica, piensa que puede pasearse por Lima como perro o Pedro por su casa.

Pero se quedará con las ganas y los crespos hechos, mientras en su magín el retintín cambia de registro para derramar lisuras del puente a la alameda.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!