El Arzobispado de Caracas no ceja en su lucha por el rescate de las libertades públicas. Un nuevo documento, que será leído en las iglesias de la arquidiócesis, da cuenta del empeño puesto por la jerarquía de la capital por el rescate de la democracia. No es un hecho  habitual, sino todo lo contrario, como se tratará de destacar en lo que sigue.

El nuevo documento con la firma del cardenal Urosa Savino y de sus prelados auxiliares forma parte de un movimiento liderado por la Conferencia Episcopal Venezolana, un movimiento de las autoridades eclesiásticas que pocas veces ha sucedido en Venezuela.

La pugna entre los pastores católicos y un régimen que falta a sus deberes más elementales ha sido inusual a través del tiempo. Las lenguas del credo mayoritario de los venezolanos han guardado siglos de silencio en el crucial asunto de las penurias de los fieles, en la atención de las urgencias cotidianas de la población, pero ahora no dejan pasar tiempo sin ofrecer declaraciones contundentes contra las injusticias impuestas por la dictadura.

Los cardenales venezolanos, en la mayoría de los casos, han sido espectadores silentes de los desmanes de sucesivos gobiernos, de las afrentas cometidas desde las alturas oficiales contra la dignidad de los venezolanos, pero ahora sucede con creces lo contrario. El purpurado de Caracas no se sienta en la silla de su cátedra para destacar por la mudez, sino para dolerse de la suerte de los feligreses y para clamar por el remedio de sus males. Y no levanta la voz contra descuidos e ineficacias corrientes, sino contra graves delitos y notorias indignidades.

El cardenal Urosa Savino insiste  en la libertad de los ciudadanos presos por opinar o por manifestar en la calle, pero también se detiene en el escándalo y en el grave pecado que significó el asesinato de más de un centenar de manifestantes en las calles de la ciudad, llevado a cabo por la fuerza pública con alevosía e impunidad.

¿Cuántos prelados dijeron cosas semejantes  en el pasado? ¿Cuántas mitras se levantaron antes contra la iniquidad de los gobiernos, contra la maldad de los tiranos, contra la ferocidad de las dictaduras? Si sacan la cuenta, que no les dará mucho trabajo porque es realmente corta y porque no existe de veras, estamos ante una respetable conducta de excepción.

Pero como no es una actitud aislada, sino una cruzada que todos los miembros de la Conferencia Episcopal han mantenido sin descanso, se trata de la aparición o del renacimiento de un liderazgo esencial para seguir en la lucha contra la actual dictadura. Una fuerza trascendental de la sociedad venezolana, un liderazgo capaz de llegar a todos los rincones de la colectividad sin estridencias ni intereses parciales, ocupa puestos de vanguardia que deben contar con apoyos multitudinarios.

No son voceros de un partido político, ni de un sindicato, ni de un gremio profesional, sino de una institución de gran influencia y arraigo en la vida de la gente sencilla. De allí la importancia de lo que dice y reclama el cardenal de Caracas cuando comienza el año 2018.


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