Mientras en el país los partidos de oposición se atacan furiosamente a causa de la derrota en las elecciones de gobernadores, el apoyo internacional para profundizar y ampliar las acciones contra el régimen de Maduro no parece decrecer. Marcando distancia con la intensa guerra intestina que sacude las organizaciones opositoras y que no hace otra cosa que dinamitar cualquier intento de reagruparse para volver a la lucha, los cancilleres de 12 países pertenecientes al llamado Grupo de Lima se reúnen hoy en Toronto, Canadá, para analizar a fondo la crisis venezolana.

Pero en este caso vale la pena destacar que en la víspera de la reunión no se percibía un clima de decadencia o derrota. Por el contrario, privaba el optimismo en el sentido de que era posible lograr un rápido consenso para reforzar y ampliar las medidas contra la dictadura madurista que, a los ojos del mundo, ha quedado al desnudo luego del monumental fraude cometido el 15 de octubre.   

Según la agencia internacional Efe, el gobierno canadiense, que es el anfitrión de la reunión junto con Perú, “afirmó que quiere mantener la presión sobre el régimen de Maduro y traducir su inquebrantable apoyo al pueblo venezolano en más acciones concretas”. No deben sorprender estas iniciativas del gobierno de Canadá que, contrariando las directrices del Departamento de Estado, nunca cerró las puertas a las relaciones comerciales con Cuba y que, en los momentos más difíciles, sirvió de puerta trasera para exportar a la isla alimentos y medicinas destinados a burlar las restricciones impuestas por Estados Unidos. 

Cuba no está dispuesta a perder ese canal de emergencia que, entre otras cosas, le permite a la isla importar los excedentes agrícolas norteamericanos en productos como el arroz y las caraotas, componentes esenciales para el tan popular plato moros y cristianos. Esto coloca a Cuba sobre el filo de la navaja porque hoy Rusia y China todavía muestran muchas aprehensiones sobre la habilidad de los cubanos para evitar pagar sus deudas.

Lo cierto es que esto le permite a Canadá un margen mayor de maniobras para presionar a Cuba y, desde luego, a Venezuela. No hay que olvidar que la vigencia de los derechos humanos es un tema especialmente sensible para Canadá y desde luego para Cuba. De allí que celebrar en Toronto una reunión continental como esta es un claro desafío para los compañeros de ruta de Maduro.

Es cierto que lo importante radica en que, lentamente y sin reposo, Canadá está asumiendo un papel cada día más comprometido en esta parte del continente donde el respeto a los derechos humanos sigue siendo una aspiración eterna. Según Efe, a la reunión “está previsto que asistan los ministros de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú”. Este grupo, altamente representativo de los gobiernos democráticos latinoamericanos, supera ampliamente al artificial coro que dirigen Maduro y Evo.

¿Estas lecciones que nos están dando otras naciones no pueden ser entendidas por los partidos y los líderes venezolanos, tan dados a pegar gritos, acusarse unos a otros y romper cualquier vínculo de unidad? Con este coro desafinado que tenemos acá no vamos a ninguna parte.


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