El factor económico es uno de los principales motivos de esta huida, con alarmantes cifras como la de, por ejemplo, la Producción Interna Bruta (PIB), que presenta una fuerte reducción de casi 50 puntos en los últimos cinco años.

Las decisiones macroeconómicas y un liderazgo que no toma en cuenta las necesidades son las principales causas de la situación que padece el ciudadano de a pie, tal y como lo considera Luis Agrela, experto en administración que ha trabajado en Venezuela con importantes trasnacionales.

“Todo empeora cuando las empresas generadoras de empleo se retiren del juego, mermando en primer lugar la oferta de productos y servicios, y en segundo lugar la desaparición de las oportunidades de los venezolanos”, comenta.

Observa, además, que hay una ilusión de abundancia temporal que, junto al exceso de liquidez y la desaparición de bienes a causa de la carencia de divisas y los controles de precios, se incentiva la fórmula perfecta para una inflación cada día más difícil de frenar y, por supuesto, el desaliento de los productores de todos los sectores del país.

“Esto se traduce en un empobrecimiento de la población, tal como hemos visto en los últimos 20 años, en los que la pobreza representaba 45% y que en la actualidad se sitúa en 85%; según cifras de los análisis realizados por los centros de estudios sociales de las principales universidades del país; demuestran que además de la reducción del consumo de calorías por parte del ciudadano venezolano ha ocasionado una pérdida superior a los 10 kilogramos, situación reflejada en 60% de la población, debido al deterioro de su poder adquisitivo y ausencia de algunos productos de la cesta básica”.

Estas variables, y considerando el diferencial de los salarios internacionales versus los nacionales, tenemos lo que hoy experimentamos como el éxodo más grande de los últimos años de Venezuela.

¿Qué debería hacerse para revertir todo este éxodo?

En primer lugar, la recuperación del país debería empezar por crear planes para activar todo el sector productivo, inyectando divisas con un financiamiento externo y fijar una tasa única competitiva, desmontando los diferentes controles de cambio, considera Agrela.

Otro punto a tomar en cuenta es definir planes que permitan a mediano plazo reducir los índices de inflación y llevarlo a un dígito mensual al menos, para desmontar el control de precios e incentivar la competitividad, generando la aparición de productos en los anaqueles.

“A eso le sumas redefinir y reconstruir toda la industria petrolera y minera, inyectándole mayor capital y potencial humano capacitado para lograr alcanzar niveles de producción superiores a los 5 millones de barriles diarios”.

De igual modo, se debe promover la inversión local e internacional en el turismo con empresas de primer mundo, a todo lo largo de nuestras costas, llanos y el resto del país.

“Incentivar la agricultura de forma sistemática y organizada para fortalecer la producción industrial de los productos básicos. Finalmente, creo que se deben generar planes sociales eficientes que ayuden a la población”, puntualiza.

Con información de nota de prensa.


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