tarjetas de crédito

La que una vez fuera un instrumento financiero para adquirir línea blanca, marrón o, simplemente artículos como una camisa, hoy es una ayuda para miles de familias venezolanas que no pueden adquirir todo lo que necesitan con sus ingresos mensuales. En un país con un pronóstico de 14.000% de inflación (FMI), la tarjeta de crédito es el gran aliado para comprar comida y medicinas.

María López tiene 58 años, vive en Caracas y su familia está conformada por su esposo y dos hijos. Indicó que sin sus tarjetas de crédito no podría comprar ni siquiera dos kilos de pollo. “Son indispensables para poder medio comer. Si no las tuviera, creo que estuviéramos peor”, dijo a El Nacional Web.

La dama aseguró que a veces se le complica pagar los montos mínimos y siempre evita llegar al límite por si ocurre alguna emergencia, sin embargo, cuando se entera de que su crédito fue aumentado, siempre trata de comprar la mayor cantidad de alimentos posible.

“Con las tarjetas he comprado desde verduras hasta un kilo de sardinas. Es muy triste porque antes solo las sacaba cuando salía con mis hijos a pasear o para comprar regalos de cumpleaños o de navidad”, explicó.

Tener una tarjeta de crédito en Venezuela se ha vuelto con los años una operación sencilla. Sin embargo, cada vez son más los venezolanos que recurren al instrumento para poder comer y adquirir productos de primera necesidad antes de que la inflación los haga mucho más incomprables. La tasa de interés es de 29% anual, lo cual hace atractivo su uso ante la hiperinflación que vive el país desde octubre de 2017.

El economista y director de la firma Datanalisis Luis Vicente León indicó a El Nacional Web que, ante la ausencia de efectivo, cualquier instrumento de pago como las tarjetas es utilizado por ser un método alternativo por excelencia. “La tarjeta de crédito te permite realizar tus compras con más confianza”, explicó.

Deuda “millonaria”

Lisbeth Sánchez tiene dos tarjetas de crédito, vive con su mamá en el centro de Caracas y trabaja de vendedora en una tienda de zapatos,. Explicó que, sin este instrumento financiero, no pudiera comprarle las medicinas a su mamá a pesar de tener una “deuda millonaria”.

“A veces las tengo por las nubes, pero la pastilla de la tensión de mi mamá cuesta 7.000.000 de bolívares y si pago de contado el medicamento me quedo sin nada, por lo que yo se la compro con la tarjeta y así tenga esa deuda con la inflación se hace más pequeña con el tiempo y la pago”, contó.

Ante esta realidad, León explicó que lo que las personas pagan a los bancos es “un regalo del cielo” puesto que los montos son muy bajos en comparación con al avance de los precios.

“Si tú por ejemplo dejas un millón para usarlo durante un mes, probablemente en una semana ese dinero ya valga mucho menos, por lo que las personas lo gastan. Al no tener débito, acudes a la tarjeta de crédito para poder comprar lo que necesitas y luego realizas el pago. Es un negocio redondo para la banca porque es endeudamiento”, explicó el economista.

Sin riesgos

Tener una tarjeta de crédito venezolana en estos tiempos no representaría ningún peligro para los venezolanos porque, según Luis Vicente León, en los procesos hiperinflacionarios las deudas pierden valor rápidamente. Sin embargo, la situación podría cambiar en un escenario de aumento de tasas de interés o de dolarización de la economía.

“Si el gobierno dolariza la economía y la deuda de la tarjeta de crédito, entonces cambiaría completamente el panorama para las personas porque ya no son bolívares devaluados si no dólares, por lo que muchos saldrían afectados con una medida como esta”, indicó.

En Venezuela una deuda en tarjetas de 20.000.000 de bolívares puede parecer muy alta. Sin embargo, a al llevarla a dólares según el tipo de cambio de 2.200.000 aceptado para la recepción de remesas, representaría apenas unos nueve dólares americanos, algo muy bajo para una persona de cualquier otro país con una economía estable.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!