La hiperinflación sigue haciendo estragos. La famosa arepa rellena con ensalada de pollo o gallina, mayonesa y aguacate, conocida como la reina pepiada, aumentó 1.419% en 6 meses. En enero estaba en 158.000 bolívares y el viernes pasado costaba 2,4 millones de bolívares. No se puede comprar ni con el nuevo bono de alimentación, que subió a 2.196.000 bolívares después de que el presidente Nicolás Maduro anunció un incremento salarial el 20 de junio.

El encargado de una arepera, en Bellas Artes, indicó que no saben qué hacer: “El sueldo no alcanza”. El viernes al mediodía no habían vendido ninguna de las seis arepas que prepararon. Antes era tanta la demanda que solo en el desayuno tenían que hacer arepas varias veces porque se agotaban.

Añadió que en junio incrementaron los precios cuatro veces porque cada vez los ingredientes están más elevados. “Aumentamos una vez por semana”, dijo y añadió que el kilo de queso guayanés pasó de 1,6 millones de bolívares a 2,6 millones de bolívares en una semana.

La arepa más costosa era la mixta especial, que tiene pernil o queso amarillo con otro contorno. El viernes pasado la expendían en 3,5 millones de bolívares. En mayo costaba 1,75 millones de bolívares, lo que representa un alza de 100%. El kilo de queso amarillo varió de 2,1 millones a 3,2 millones de bolívares en 15 días, al igual que el de pollo, que  de 2,5 millones pasó a 3,5 millones de bolívares en ese lapso, contó.

 “El pollo aumenta dos o tres veces a la semana”, expresó. La arepa rellena con pollo registró un repunte de 75% en un mes. En mayo se podía comprar en 1,2 millones de bolívares y el viernes en 2,1 millones de bolívares.

El trabajador señaló que el bulto con 20 kilos de harina subió de 2,5 millones a 5 millones de bolívares en 30 días.

“Era una tradición”. Cuando Jesús Cabaleiro estaba joven era una tradición comer en areperas los fines de semana. Pedía dos arepas, una reina pepiada y una maracucha, y las acompañaba con un 3 en 1 (zanahoria, remolacha y jugo de naranja) y un marrón clarito. A veces, cuando tenía mucha hambre, se comía una tercera arepa, otra maracucha. “El dinero que ganaba en ese entonces me alcanzaba para eso”, dijo el hombre de 55 años de edad.

Pero ahora su calidad de vida desmejoró por la acelerada pérdida de su capacidad de compra. “Con lo que gano no me puedo comprar ni siquiera una arepa”. Y agregó que las mejores areperas de Caracas desaparecieron. “Estaban en Bello Monte, en la avenida Andrés Bello y en la avenida Sucre, en Catia. Una cerró porque murieron los dueños y las otras por las circunstancias del país, imagino”, dijo.


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