Los divorcios son complicados, y las criptomonedas están ayudando a hacerlos mucho más caóticos. Sucede que las monedas virtuales se han convertido en un nuevo desafío para los abogados británicos que llevan los casos de separación de parejas. La creciente popularidad del Bitcoin -y al menos durante un tiempo, su constante valorización- hacen que en cada vez más separaciones aparezca el tema de esa moneda difícil de rastrear y cotizar.

Aunque en un divorcio las partes están obligadas a divulgar todos sus activos, el carácter anónimo de las criptomonedas puede convertirlas en un refugio seguro para cónyuges que desean ocultar su dinero de una pareja en conflicto. «En muchos divorcios, un cónyuge busca una olla de oro que no existe. Pero con las criptomonedas, es posible que sí exista», dijo en entrevista Toby Yerburgh, director de Derecho de Familia en Collyer Bristow, agregando que comenzó a recibir casos en los que a las partes les preocupan más los Bitcoins escondidos que las cuentas bancarias de sus cónyuges.

El difícil proceso

En Reino Unido, si una de las partes decide no divulgar o presentar evidencias de sus tenencias, el proceso de divorcio se encarece y consume más tiempo, y podría pasar que el otro cónyuge no obtenga una parte justa de los activos. En el país europeo, generalmente, los jueces ordenan dividir los activos en mitades iguales porque les dan el mismo peso al trabajo de un generador de riqueza y al cónyuge.

Así, si nos referimos a las divisas digitales, las criptomonedas cotizadas en una bolsa online o compradas con fondos de una cuenta bancaria pueden resultar más fáciles de rastrear y cotizar. Pero si se retiran de internet -por ejemplo, si alguien transfiere su billetera digital a un pendrive-, esto se vuelve más difícil. En ese caso, se puede traer a un experto forense digital para revisar el email del cónyuge y determinar qué transacciones se realizaron. Este es un proceso lento que puede costar miles de libras esterlinas, a veces más de lo que vale la propia moneda.

El otro problema: el valor 

Las criptomonedas también plantean el problema de la tasación. En diciembre, el Bitcoin llegó a cotizar a casi US$20.000, y menos de dos meses después había caído a cerca de US$6.000. Esa volatilidad dificulta determinar su valor en tanto el precio puede oscilar muchísimo en el transcurso de un divorcio. Además, los métodos tradicionales de los tribunales para obtener activos, como la emisión de mandatos judiciales, pueden resultar difíciles de aplicar a las criptomonedas. «Los tribunales no tienen el poder para lidiar con el desafío que enfrentan», señaló Vandana Chitroda, socia de Royds Withy King. «El tribunal puede emitir un mandato que abarque todo el mundo, pero no sirve de nada si no hay una autoridad centralizada para aplicarlo».


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