Tareas cotidianas como la compra de alimentos o el pago de un servicio se tornan complejas en Venezuela, el país con el mayor índice de inflación de la región y con una escasez de efectivo que lleva a que los ciudadanos recurran a la compra del mismo, incluso con 700% de sobreprecio en su valor original. 

La mayoría de los bancos permiten retirar 10.000 bolívares a través de sus cajeros y de Bs 20.000 a Bs 100.000 en sus taquillas, monto que no alcanza comprar un caramelo, sacar una fotocopia o pagar un huevo, por lo que las personas recurren al pago con transferencia para este tipo de operaciones. El efectivo que obtienen los ciudadanos es utilizado para el pago del pasaje en el transporte público. 

Mientras los comerciantes sobreviven con las fallas en las comunicaciones de los puntos de venta, los usuarios ven limitadas sus opciones de compra si el sistema no ejecuta la transacción.

El economista José Guerra, diputado a la Asamblea Nacional, asegura que hay sectores del país como los trabajadores del campo y los habitantes de los barrios que no cuentan con puntos de venta en sus comunidades, por lo que el sistema no representa una solución para todos.

Guerra también afirma que “la principal solución a la crisis de efectivo sería detener la inflación y distribuir papel moneda de mayor valor, puesto que la proporción de billetes respecto a la emisión del Banco Central de Venezuela no llega al 1% cuando debería ser de al menos 30%”.

El gobierno anunció en marzo una reconversión monetaria a efectuarse el 4 de junio, que quitaría tres ceros a la moneda y pondría en circulación un nuevo cono monetario. La medida fue reprogramada para el 4 de agosto y posteriormente fue pospuesta para el 20 de agosto, ahora con cinco ceros menos. 

Hace unos ocho meses, Nicolás Maduro anunció la puesta en circulación de una nueva línea de billetes que contemplaban desde los 500 hasta los 100.000 bolívares; sin embargo, este último perdió al menos 100% de su valor nominal y el antiguo cono monetario, cuyo billete de mayor valor era de 100 bolívares, quedó obsoleto.

En el interior del país, e incluso en las calles de Cúcuta, ciudad fronteriza con Colombia, se encuentran artesanos que fabrican bolsos, correas y otras prendas con los billetes del antiguo cono, que ya no es aceptado por ningún comerciante, pero que oficialmente sigue en circulación, y que es aún distribuido por algunas entidades bancarias.

Guerra indica que la nueva moneda perderá su valor en tan solo unos meses debido a la inflación, que según el Fondo Monetario Internacional, se incrementará a 1.000.000 % en Venezuela para el último trimestre del año.

Intentos fallidos

Hay comunidades que han adoptado el uso de su propia moneda para paliar la situación. Tal es el caso de la Parroquia 23 de enero en Caracas, donde fue puesta en circulación a mediados de 2017 una moneda que llevaba por nombre “El Panal”, con la que se comerciaban alimentos en la comuna. Sus creadores fueron la Comuna El Panal y el colectivo Fuerza Patriótica Alexis Vive.

Según vecinos, un panal equivalía a Bs 5.000. Se emitió en período de prueba y se usó en la “Jornada de Abastecimiento Planificado de Arroz”, cereal que cosechan los propios creadores de esta moneda. Sin embargo, este billete perdió su valor eventualmente debido a la inflación y ya no está en circulación.

“El Panal” forma parte de una serie de sistemas de intercambio comunitario aprobado por el Banco Central de Venezuela desde hace más de diez años, aunque las monedas no tienen valor ahorrativo y solo sirven para el comercio interno de ciertos territorios. Fueron puestas en circulación con el objetivo de paliar la crisis, tal como se hizo en Argentina en el año 2001 cuando no se podía acceder de manera libre a la moneda nacional.

El uso de una moneda ilegítima no se ha realizado únicamente de manera extraoficial, en abril de 2018 la alcaldesa del Municipio Libertador, Erika Farías, lanzó la moneda llamada “Caribe”, que tendría valor para el abastecimiento de alimentos de la canasta básica y asumía el fin de “combatir” el contrabando de bolívares.

En algunos comercios del país ciertos productos varían su valor según el método de pago con el que se va a adquirir. Medio cartón de huevos cuesta Bs 3.500.000 con punto de venta. En efectivo se puede adquirir por Bs 850.000, con billetes de una denominación de Bs 20.000 o Bs 100.000 preferiblemente.

En los principales terminales del país y entre algunos comerciantes ya se evidencia el uso del “trueque” como método de pago: son muchos los transportistas y vendedores ambulantes que intercambian alimentos por servicios u otro producto. Dicha técnica se empleó en Alemania durante los años veinte, cuando el país europeo sufría una hiperinflación muy parecida a la que atraviesa Venezuela en la actualidad.

Este enorme retraso ocurre en un contexto geográfico de potente modernización en los sistemas de pago, pues hay países que están dejando el efectivo atrás al implementar la compra mediante códigos en teléfonos móviles y chips especializados que se presentan al momento de la cancelación, tecnología con la que aún no cuenta Venezuela.

El FMI determinó que “no se ve ninguna línea de política económica que apunte hacia una corrección de la situación de profunda crisis económica, social y humanitaria que vive Venezuela”. Mientras tanto, los venezolanos que aún residen en el país siguen en la eterna lucha por sobrevivir con las diversas técnicas para obtener efectivo, una problemática que se suma a las miles que existen en la Venezuela “socialista”.


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