Desde hace más de un año Miguel Perdomo, un caraqueño de 61 años de edad, no consigue los colirios que requiere para preservar la visión. Sufre de glaucoma congénito y recibió un trasplante de córnea hace 15 años, por lo que debe usar regularmente un fármaco antirrechazo y otro para controlar la tensión ocular. Necesita un frasco de cada uno al mes, pero los últimos que pudo comprar los consiguió en agosto del año pasado. “He podido sortear la escasez gracias a familiares y amigos que me han traído los medicamentos del exterior, pero en este momento se me está acabando la provisión”, cuenta. Una de sus esperanzas es poder viajar a Cúcuta en los próximos días para tratar de conseguir las medicinas, pero sabe que deberá pagarla a precios dolarizados.

El grave desabastecimiento de medicinas es uno de los más dramáticos signos de la crisis que recibe a los venezolanos en este comienzo de 2018, en el que casos como el de Perdomo son incontables. Luis Francisco Cabezas, director de la organización no gubernamental Convite, señala que el monitoreo que realizan en 160 farmacias de 5 de las principales ciudades del país –Caracas, Barquisimeto, Mérida, Maracaibo y Porlamar– confirmó, para el mes de noviembre, la escasez de más de 90% de los fármacos que se requieren para tratar las diarreas, infecciones respiratorias, diabetes e hipertesión, principales causas de enfermedad de los venezolanos. “Este es un problema que nos afecta a todos, no hace diferencia entre sectores socioeconómicos”, señala.

Son devastadoras las consecuencias de la escasez de medicamentos. “Hay muchas muertes que no han debido ocurrir y también complicaciones que han podido prevenirse. No es posible que se estén perdiendo órganos trasplantados porque no hay disponible un inmunosupresor para evitar el rechazo”, añade.

María Yanes, ex presidente de la Red de Sociedades Cioentíficas Médicas Venezolanas, afirma que el pronóstico para el país en 2018, de acuerdo con el panorama actual, no puede calificarse sino de “catastrófico y devastador”. A la grave falta de medicinas hay que sumar la profundización de la crisis hospitalaria, indica. “En centros de referencia, como el Hospital Universitario de Caracas o El Algodonal, el desabastecimiento es terrible. En este último, por ejemplo, no hay absolutamente ningún antibiótico a comienzos de este año, el único que hay es de uso endovenoso. Se trata de un ejemplo de que seguimos en emergencia humanitaria compleja. No es posible que dependamos de una negociación política cuando estamos hablando de derechos reconocidos en la Constitución y en la Declaración Universal de Derechos Humanos”.

El cierre de 2017 fue caótico en materia de salud, coincide Francisco Valencia, director de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y a la Vida.“Tenemos una ausencia prolongada y absoluta de medicamentos para tratar a quienes padecen condiciones de salud crónicas, lo que sin duda ha generado daños irreversibles en miles de personas”, asegura.

Más de 300.000 venezolanos en esta situación siguen sin recibir las medicinas que requieren. “Hay que tomar en cuenta que no solo ellos, sino sus familias, se ven afectados por este grave cuadro de incertidumbre, que puede compararse con una tortura psicológica”. Entre los padecimientos que se agravan ante la indiferencia estatal están la hipertensión pulmonar, la esclerosis múltiple y el cáncer.

Para Yanes, no hay indicios de que el Estado esté dispuesto a enmendar lo que origina la crisis, lo que incluye la ausencia de políticas sanitarias para tratar epidemias como la malaria. “Las proyecciones extraoficiales indican que los casos de paludismo sumaron 500.000 al cierre del año”. Prevé que el silencio de las autoridades en el área epidemiológica continúe en los próximos meses. “No vamos a conocer los números oficiales sobre la situación de salud de los venezolanos”.

La corrosión del salario. El final del año 2017 estuvo marcado por las continuas protestas por la escasez de alimentos, un escenario que continuará repitiéndose en los próximos meses de no tomarse medidas para corregir el desabastecimiento. Las condiciones están dadas para un estallido social, de acuerdo con el análisis de Oscar Meza, director del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, quien estudia el fenómeno como parte de su tesis doctoral de Economía en la Universidad Central de Venezuela.

En diciembre continuó la ausencia de rubros básicos, así como los aumentos de precios, lo que puede haber elevado el costo de la canasta básica familiar hasta 20 millones de bolívares, prevé. “Hay rubros que se han transformado en verdaderas calamidades para los trabajadores, como por ejemplo el transporte, que se ha hecho ausente, lo que obliga a gastar más. También tenemos el caso de Internet, que no puede verse de ninguna manera como un lujo y que se ha convertido en algo fundamental, hasta para comprar la bolsa CLAP, que se paga por transferencia”.

El panorama que se presenta ante los venezolanos en 2018, implica una acentuación de la escasez de alimentos en un marco hiperinflacionario. “Es una combinación terrible, corrosiva y brutal. En estas condiciones pierde sentido cualquier discusión de contrato colectivo o cualquier aumento salarial que no sea por ejemplo semanal, para tomar en cuenta la forma como escalan los precios”.

Hacen un llamado a fortalecer la solidaridad

Es poco lo que el ciudadano puede hacer para protegerse ante el escenario que afronta el país, señala Oscar Meza, director del Cendas “Mi opinión no es en absoluto optimista, las salidas están bloqueadas y el gobierno no quiere reconocer los problemas. Lo que a los ciudadanos nos angustia se traduce en una mayor oportunidad de control político y social por parte del aparato gubernamental”. Sin embargo, señala que las personas pueden buscar apoyo en lo que llama anillos de seguridad familiar. “Lo que ha sobrevivido es la solidaridad, incluida la de aquellos que están en el exterior, que están tratando de ver cómo atenuar el hambre y ayudar”.

Apoyar a las organizaciones no gubernamentales que están tratando de hacer frente a los problemas es también una opción para los ciudadanos, opina Yanes. “Es necesario fortalecer la solidaridad, ayudarnos unos a otros, con donaciones de medicamentos que ya no se usan, por ejemplo”. También hay que seguir presionando de manera organizada para que se permita recibir la ayuda humanitaria en el país, agrega.

Valencia recuerda que hay una propuesta que se ha llevado a la mesa de diálogo, avalada por la Organización Panamericana de la Salud, para que se apruebe el ingreso de manera expedita de los insumos para abastecer los hospitales. “Se ha planteado recurrir a los mecanismos de cooperación internacional y a los fondos de emergencia que permitirían aplicar planes de vacunación y enviar dotaciones para los centros asistenciales. Hay kits para atender hasta a 10.000 personas por 3 meses”.

Señala que esto ayudaría a paliar la crisis, pero por supuesto serían necesarias medidas de fondo para superarla. “El gobierno tiene que autorizar el ingreso de esta ayuda, pero hasta ahora, en los encuentros que se han hecho en República Dominicana, no hemos visto ninguna señal de que esto vaya a ocurrir. Nuestro llamado es a estar atentos a las próximas conversaciones y pedir una condena internacional severa en caso de que no se permita”.

Pese a las dificultades, para las personas es indispensable intentar llevar un estilo de vida lo más saludable posible para tratar de evitar complicaciones de salud, recomienda Cabezas. “Es también aconsejable que cada quien trate de armar un botiquín para padecimientos recurrentes, un estuche básico para actuar de inmediato ante un episodio, por ejemplo, de asma o alergia, y no esperar que haya alguna crisis”. Coincide en que es necesario apuntalar la solidaridad. “Hay que articularse con otros, unirse a redes de voluntarios y a organizaciones de cooperación humanitaria. Enfrentamos una situación muy difícil y la arrogancia del gobierno”.


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