Ante la crisis que atraviesa Venezuela, miles de ciudadanos buscan la manera de emigrar para conseguir mejores condiciones de vida. Sin embargo, para obtener el pasaporte que les permita entrar a otros países deben hacer largas colas o pagar la suma de, aproximadamente, 2.000 dólares a los gestores para acelerar el proceso.

Realizar el trámite en el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) es necesario debido a que, en vista del éxodo masivo, solo Argentina y Brasil siguen aceptando migrantes sin la documentación. En la avenida Baralt las personas pasan la noche esperando a que las oficinas del Saime abran.

“Es una ofensa, otra humillación más. La gente duerme en la calle con sus hijos”, comentó Antonietta Suárez que llegó en autobús desde Barquisimeto para obtener el documento. “Pensé que el gobierno caería antes de esto”, confesó para Bloomberg.

Las autoridades en el lugar marcan a las personas en el brazo con números. Solo aquellos que figuren entre los primeros 500 son atendidos ese día, los demás deben prepararse para otra noche en vela.

Jesús Rojas, un ingeniero agrario, llegó a la avenida Baralt luego de pasar un año tratando de tramitar su pasaporte en las oficinas del Saime de Puerto Ordaz.

Rojas indicó que tiene un pasaje comprado con destino a Argentina, donde planea vivir, sin embargo, le gustaría obtener el documento migratorio para poder movilizarse libremente. “Esta es la última vez que lo intento, si no funciona me montaré en el avión sin pasaporte”, declaró.

El ingeniero aseguró que no ha podido conseguir un trabajo rentable en el campo. Dijo que puede ganar dinero para comprar comida pero no para cubrir ningún imprevisto como un caucho pinchado o la reparación de algún equipo doméstico.

La crisis de Venezuela ha obligado a millones de ciudadanos a abandonar sus hogares para buscar un mejor futuro en el extranjero. La capacidad de recepción de los países vecinos está colapsada por lo que la mayoría de ellos exige el pasaporte para la entrada de migrantes.

Los venezolanos, cansados de tener que hacer cola para conseguir productos básicos, hacen la última fila en la avenida Baralt para salir del país y escapar de la dura realidad que viven.

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