El 11 de junio el ministro de Salud, Luis López, lo amenazó con “ponerle los ganchos” por liderar las protestas de los trabajadores de los centros sanitarios en demanda de mejoras laborales y dotación de medicinas e insumos a los hospitales. Él es Pablo Zambrano, secretario ejecutivo de la Federación Nacional de Trabajadores del Sector Salud y directivo del Movimiento de Sindicatos de Base.

El dirigente advierte que los trabajadores y el pueblo todo padecen las consecuencias de las malas políticas del gobierno de Nicolás Maduro, que aumenta el salario mínimo sin corregir la inflación, verdadero causante de la depauperación del ingreso. “El gobierno inventa culpables para no asumir su fracaso económico y social”, afirma.

Sobre el incremento del sueldo mínimo y el ticket alimentación, el cuarto en 2018, que lleva el ingreso integral a 5.196.000 bolívares mensuales, el sindicalista asevera que Venezuela es el único país donde la gente llora cada vez que aumentan el salario, porque con la medida vienen alzas desmesuradas de los precios.

Propone dolarizar los sueldos, aunque los paguen en bolívares, para recuperar el poder adquisitivo. Añade que la economía está dolarizada y los precios se fijan de acuerdo con el movimiento de la divisa de Estados Unidos, además de que ese mecanismo ha funcionado en otros países latinoamericanos.

De formación política y social demócrata-cristiana, Zambrano comenzó la lucha laboral en el Sindicato de Hospitales y Clínicas del Área Metropolitana de Caracas en 1988: “Trabajo en el sector salud desde los 17 años de edad y siempre como obrero, de lo cual estoy orgulloso”.

Perdió la cuenta de las veces que han liderado protestas laborales en las que él y los trabajadores han sido acosados, insultados y agredidos. Hace dos años, en una asamblea en el Hospital Universitario de Caracas fueron atacados con armas de fuego por oficialistas afectos.

Hace tres semanas en el Hospital José María Vargas los manifestantes fueron amenazados con armamento de guerra por el personal de seguridad del Ministerio de Salud. En 2017, Zambrano fue retenido durante 12 horas, sin derecho a llamada telefónica, por la Guardia Nacional Bolivariana en Fuerte Tiuna, cuando se dirigía a una protesta en El Paraíso.

—¿La crisis del país se debe a sabotajes como lo aseguran personeros del oficialismo?

—El gobierno no acepta sus errores ni las sugerencias de los expertos, tampoco los llamados de alerta del pueblo sometido a comprar alimentos y medicinas a precios inasequibles. El gobierno tiene el monopolio del trigo y, sin embargo, hay que hacer cola para comprar pan. La luz se va en todo el país por la ineficiencia de Corpoelec, los hospitales no funcionan por la falta de medicamentos e insumos, y la producción petrolera ha caído fuertemente porque no hay mantenimiento, pero el gobierno no asume su responsabilidad y les echa la culpa a los trabajadores, a quienes califica de saboteadores.

—El ministro de Salud dijo que le van a “poner los ganchos” porque usted es un alborotador.

—Antes de realizar una protesta de trabajadores de la salud, donde 80% son mujeres, siempre contactamos a la policía porque se trata de acciones pacíficas para reclamar los derechos a un mejor salario y el respeto a la contratación colectiva. Sin embargo, se nos acosa y sataniza. El problema es que el gobierno no acepta la crítica ni la realidad de que los salarios son de hambre y que los pacientes sufren de mengua en los hospitales debido a la falta de medicinas, insumos e, incluso, comida, y muchas veces el personal organiza “vacas” para alimentar a los enfermos. El sector salud vive el peor momento de toda su historia con una profunda crisis humanitaria, pero el Ejecutivo niega la asistencia internacional y tampoco asigna recursos presupuestarios suficientes para garantizar una salud de calidad a los venezolanos. Los hospitales no tienen tomógrafos, aparatos de rayos x o reactivos por lo que los pacientes, la mayoría de escasos recursos, tienen que hacérselos y pagarlos de su bolsillo en las clínicas privadas. Han vuelto enfermedades que se habían erradicado hace años con los programas permanentes y las campañas de vacunación.

—Maduro anunció el miércoles un aumento del salario mínimo y el ticket de alimentación.

—Venezuela es el único país donde la gente llora cada vez que suben los

salarios: cuando el trabajador cobra ese incremento, los precios de los productos han subido mucho más. La inflación es el principal problema que debe atacar el gobierno, pero no lo hace y los trabajadores son los grandes perjudicados porque no pueden mantener dignamente a sus familias en vista de que el ingreso no alcanza para comprar un cartón de huevos, pollo o carne, y mucho menos cubrir los gastos de útiles escolares de los muchachos.

—Algunos plantean indexar el salario con la inflación.

—Pienso que ese mecanismo no es para Venezuela. Lo más adecuado es dolarizar el salario, y pagarlo en bolívares, para recuperar el poder adquisitivo. La economía venezolana está dolarizada y los precios de las materias primas y productos se mueven con el dólar. La experiencia de dolarizar el salario ha sido exitosa en países latinoamericanos como Colombia, donde, con el sueldo mínimo de 900.000 pesos al mes (equivalentes a 272 dólares), hay poder adquisitivo y se ha frenado la inflación. Además, la dolarización del salario venezolano daría cumplimiento al artículo 91 de la Constitución, el cual indica que el Estado debe garantizar un salario mínimo vital que permita atender el costo de la canasta básica.

—¿Y las prestaciones sociales?

—Están cada vez más devaluadas. Antes, los retiros parciales de las prestaciones permitían a los trabajadores comprar y remodelar la casa o adquirir un carro, además de contar con un respaldo económico importante cuando se retiraban. Ahora no alcanzan ni para comprar comida. Hace 15 días a los trabajadores de la salud les hicieron un depósito de prestaciones sociales de 200.000 a 500.000 bolívares, eso no alcanza para nada. Esto explica la huida de personal, que se va sin cobrar las prestaciones, y comenzó en 2015 con los médicos, pero ya significa 35% de la nómina del sector salud de 500.000 personas. El éxodo ocurre igual en el resto del sector público y privado.

—La Organización Internacional del Trabajo designó una comisión de encuestas por el irrespeto gubernamental de los derechos laborales.

—Una de las muchas violaciones de los convenios de la OIT es que el Ejecutivo fija unilateralmente el salario mínimo, cuando debe ser mediante el diálogo social tripartito con los trabajadores y los empleadores. No creo que el gobierno deje que la comisión se instale en Venezuela, sino que lo hará en un país vecino.

Barrio adentro rebelde

Los trabajadores de la Misión Barrio Adentro y los médicos integrales formados por el oficialismo en la Universidad Bolivariana, y asignados a las aldeas comunitarias, también padecen los bajos salarios y maltratos laborales, por lo que se suman a las protestas del sector salud, informó el sindicalista Pablo Zambrano. El directivo del Movimiento de Sindicatos de Base añadió que muchos creen en el socialismo, pero son padres y madres que tienen familias con necesidades de alimentación, salud y educación, por lo que no aceptan la depauperación salarial debido al alto costo de la vida.

³Cuando hay hambre no hay ideología que valga², dijo. Precisó que están cerrados más de la mitad de los módulos hexagonales de atención primaria instalados en barrios y zonas populares del país como consecuencia de la inseguridad, huida del personal y la falta de insumos y medicinas. “Los CDI (Centro de Diagnóstico Integral) tampoco disponen de medicamentos e insumos, además muchos equipos están dañados y no los reparan”, añadió.

Zambrano afirmó que casi no quedan médicos cubanos y los que están desertan del régimen castro-comunista para emigrar principalmente a Colombia. Destacó que los CDI cuentan con poca afluencia de público dado que “los pacientes van en su mayoría a los hospitales, con todo y sus carencias, porque confían más en la asistencia del sistema tradicional venezolano de salud”.


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