En las plazas de La Habana, Cuba, los jóvenes juegan dominó o pasean a la espera de que abra el comedor popular. Comen y luego retoman la rutina: ¿Para qué trabajar si no hay empleos productivos, todo el mundo gana lo mismo y el Estado, aunque sea fallo, te da el plato de comida?

La situación tiende a presentarse en Venezuela con la igualación de los salarios que el gobierno emprende con el aumento de 5.900% del salario mínimo de los sectores público y privado en su estrategia de achatar los tabuladores salariales del país, aseguraron fuentes laborales.

“El igualamiento de los salarios y la imposición de un solo modelo de contrato colectivo implica un cambio en las relaciones de los actores del mundo del trabajo venezolano, con un gobierno omnipresente que controla los sindicatos, las empresas y la sociedad en general”, afirmó Pedro Arturo Moreno, directivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela.

El sindicalista proveniente de las filas de la izquierda explicó que el modelo corporativista, aplicado en la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y sus países satélites, colapsó en la década de 1990 porque desconocía las libertades individuales, y asfixió política y socialmente a la población mientras la casta dirigente y burocratizada tenía todos los privilegios, y se enriquecía.

De esos satélites de la URSS solo queda Cuba y lejos de corregir su economía, como lo hizo el resto del bloque socialista, mantiene el mismo modelo de una economía deprimida, no competitiva y sin producción nacional diversificada, añadió.

 Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, subrayó que si la intención del gobierno es achatar los salarios eso sería consistente con las ideologías comunistas, en las que nadie se destaca. Explicó que las diferenciaciones salariales se conciben para que los trabajadores con mayor nivel de capacitación, instrucción académica y que pueden aportar intelectualmente más en las organizaciones, estén mejor remunerados.

El dirigente empresarial señaló que de esas personas al final salen las ideas que hacen a las empresas competitivas, lucrativas y que, unas más que otras, se posicionen en el mercado: “Pero al gobierno no le interesa que haya personas que se puedan destacar porque para él no es importante el lucro, el mérito ni el desempeño. Lo que le interesa es el control. Que no haya incentivo al mérito ni al logro es propio de los regímenes comunistas”.

Sostuvo que en los sistemas comunistas usualmente no hay grandes diferencias entre los sueldos porque el mérito no se reconoce por ser considerado un concepto capitalista, mas no comunista. “Lo que reconoce el capitalismo es el logro, que al trabajador le vaya bien, premiando el éxito”.

Froilán Barrios, dirigente del Frente Autónomo de Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato, indicó que para entender la intención del gobierno de aplanar y horizontalizar las escalas, se debe recordar las iniciativas oficialistas montadas desde hace bastante tiempo.

Se trata, expuso, de un sistema de relaciones de trabajo inspirado en el modelo soviético y cubano, en el cual los sindicatos son un apéndice del Estado. “La organización sindical es una correa de transmisión del gobierno y está hecho para disciplinar a los trabajadores, para controlarlos y que no protesten”.

Moreno enfatizó que el socialismo del siglo XXI de Hugo Chávez y Nicolás Maduro sigue los lineamientos del modelo cubano, lo que “ha llevado a Venezuela a una profunda crisis económica y social con una hiperinflación galopante, la caída de la producción, la escasez de alimentos, medicinas y otros productos fundamentales y la falta de competitividad”.

Sobre esto último insistió en que la gran perdedora es la educación. Los jóvenes se sienten desmotivados a profesionalizarse y especializarse porque ese esfuerzo no tiene la contraprestación del reconocimiento, la meritocracia, el salario digno y la calidad de vida.

Barrios precisó que otro elemento del sistema comunista es el salario social, el cual consiste en que la remuneración del trabajador es un apéndice de las políticas laborales del Estado, que le proporciona alimentación, vestido, educación, salud y vivienda, además del bajo salario.

Otro punto es la flexibilización de la relación laboral a través del trabajo voluntario y las milicias obreras. “Es un menú para debilitar la autonomía y la libertad sindical”, afirmó el representante de Fadess. Coincidió en que el gobierno impone el salario social para aplanar las escalas y abaratar la mano de obra, pues todo el mundo ganaría casi lo mismo. “¿Para qué eres un graduado universitario si vas a ganar niveles muy poco por encima de lo que percibe un obrero principiante?”, se preguntó.

El sindicalista manifestó que el trabajo dignifica al ser humano. “A través del salario el trabajador ha logrado cada vez más una mayor participación en la riqueza nacional, lo cual significa poder adquisitivo para comprar comida, una casa, un carro.

Arremetida gubernamental

Desde sus inicios, el chavismo ha tratado de imponer el corporativismo laboral con el contrato colectivo petrolero de 2000, cuando Héctor Ciavaldini era presidente de Petróleos de Venezuela, y que la dirigencia sindical de entonces lo frenó.

En abril de 2009, el Ejecutivo y el PSUV elaboraron el informe Políticas Laborales y de Negociación Colectiva para adelantar la transición al socialismo y en el que se menciona que algunos beneficios laborales son “lastres del capitalismo rentista”.

El Estado fija los salarios y las escalas y, además, asume la póliza de seguros, la contratación de los servicios médicos, el manejo bancario de las nóminas y fideicomisos, el ticket alimentación, los aportes a la seguridad social, planes vacacionales y las matriculas y mensualidades en instituciones de educación privada, entre otros conceptos contractuales.

Olalquiaga insistió en que en los sistemas comunistas el concepto es que la ganancia se distribuya por igual entre todos. “Los méritos en los sistemas comunistas no existen, por eso es que no incentivan a que un empleado se esfuerce más que los otros”.

Servando Carbone, coordinador de la Unión Nacional de Trabajadores, también concordó en que el gobierno copia el modelo cubano con el salario igualitario y busca imponer el contrato colectivo único que eliminaría más de 2.000 convenciones colectivas de los sectores público y privado y la autonomía sindical, lo que ha disgustado a los trabajadores como los que han protestado en los portones de las empresas básicas.

El representante de la Unete dijo que el alza del sueldo mínimo de 3 millones a 180 millones de bolívares del viejo cono luce importante, pero: “¿Quién quita que más adelante Nicolás Maduro fije el salario que le dé la gana igualándolo hacia abajo en su empeño de empobrecer y humillar a los trabajadores?”.


El modelo que se debe seguir

 Suecia, Dinamarca y Noruega son países que se definen como socialistas, pero donde el capital privado es el motor de la economía y trabaja coordinadamente con el Estado en beneficio de la sociedad. “Allí los salarios toman en cuenta la capacidad profesional y técnica, el desempeño y la competitividad”, dijo el sindicalista Pedro Arturo Moreno.

El directivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela explicó que las naciones nórdicas son sociedades muy avanzadas, con un gran arraigo democrático y donde la riqueza y los recursos provenientes de los impuestos llegan a toda la población.

Los salarios promedios en Suecia, Noruega y Dinamarca en 2017 eran de 3.761, 5.161 y 4.692 euros mensuales, respectivamente. Estos montos distan mucho del nuevo salario mínimo venezolano de 1.800 bolívares soberanos al mes, equivalentes a 25,43 euros mensuales, de acuerdo con la tasa de cambio de la última subasta Dicom.

Moreno destacó que el nivel de vida de los ciudadanos en esos países es muy superior, incluso a los mejores de América Latina como Chile y Costa Rica. “Pero lo más importante desde el punto de vista laboral y social es el sistema de seguridad social en salud y pensiones que es muy eficiente e inclusivo, y lo maneja el Estado”, precisó.



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