En 1998, un año antes de que el fallecido presidente Hugo Chávez asumiera el poder, había 12.700 empresas privadas en Venezuela. En los siguientes 19 años, hasta 2017, ese número se redujo a 3.200. Y solo en 2018, Conindustria calcula que dejaron de operar otras 1.000, lo que significa que alrededor de 10.500 cerraron en las 2 décadas que lleva la “revolución bolivariana” de Chávez y Nicolás Maduro.

“Si sumamos las 700 industrias que cerraron en los dos primeros trimestres de este año con ese 7% que afirmó que no estaba operativo en el tercer período, y le agregamos una proyección del cuarto trimestre, muy seguramente este año cerraron cerca de 1.000 empresas. Un drama de proporciones épicas”, explicó Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, en la presentación de los resultados de la Encuesta de Coyuntura correspondiente al tercer trimestre.

Toda compañía que no tenga manera de reponer ni siquiera materia prima corre el riesgo de bajar la santamaria. Uno de los resultados que muestra el estudio es que para 77% de las firmas entrevistadas disminuyó poco y mucho el volumen de materia prima, un factor que incidió negativamente en el funcionamiento del sector.

En el tercer trimestre, 73% de las empresas indicó que trabajó por debajo de 30% de sus posibilidades. “Este número ilustra la magnitud de la destrucción en la que está el sector industrial en este momento”. 28% de los encuestados respondió que opera a menos de 10% de su capacidad instalada. “Trabajar entre 0% y 10% es estar prácticamente paralizado”, declaró Olalquiaga.

Al igual que en el segundo trimestre de 2018, la cuestión que más impactó en la fabricación de productos fue la baja demanda nacional, que fue señalado por 44% de los consultados. “Tenemos una población que se ha venido empobreciendo al punto de que no puede comprar los productos que se fabrican. Pasamos de tener un producto interno bruto que solía estar en 280.000 millones de dólares a 96.000 millones de dólares, que cerrará este año, la tercera parte de lo que fuimos”, explicó.

Los factores que le siguen son la falta de disponibilidad de divisas, incertidumbre en el escenario político e institucional, controles de precios y competencia de productos importados.

Pese a que el gobierno anunció que levantó el control cambiario, las empresas siguen sin poder cambiar sus bolívares por divisas en bancos o en casas de cambio, por consiguiente no hay importaciones y tampoco materia prima.

Olalquiaga afirmó que el sector industrial requiere importar una cantidad importante de insumos, que antes se fabricaban en el territorio nacional. “Las resinas plásticas son un ejemplo. Venezuela era un país productor que cubría las necesidades internas y, además, exportaba casi la mitad de lo que fabricaba, pero actualmente estamos importando resinas plásticas y la empresa que no puede importarlas no tiene como trabajar”, señaló. Pero 69% de las compañías encuestadas afirmó que no hizo importaciones directas en el período julio-septiembre pasado.

Y lo que se espera para el próximo año no es alentador: 42% del total de la industria, que incluye la grande, mediana y pequeña empresa, prevé un alto riesgo de cierre en un plazo menor a un año, lo cual no solo recrudecerá el desabastecimiento, sino que también generará más desempleo, como sucedió desde el ascenso al poder de Chávez y durante el período de Maduro. Conindustria calcula que a lo largo de los años de la “revolución” se perdieron 1,5 millones de puestos de trabajo.

En el último período estudiado, 75% del total de la industria respondió que disminuyó poco y mucho la variación del nivel de empleo de la empresa, en comparación con el mismo trimestre del año pasado. 38% contestó la gran empresa, 40% la mediana y 42% la pequeña “Es gigantesco el volumen de ciudadanos en Venezuela que han perdido sus puestos”, lamentó Olalquiaga.

LA CIFRA

73% de las compañías encuestadas respondió que trabaja por debajo de 30% de su capacidad instalada. 28% dijo que opera a menos de 10%


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