La falta de productos regulados y el alto costo de otros alimentos han afectado la venta en las bodegas y pequeños abastos en las zonas populares. La realidad que viven se repite en mercados y supermercados a lo largo y ancho del país: Observan la desesperación de la gente por comida y las riñas entre compradores en las que, irremediablemente, terminan involucrados cuerpos de seguridad. Jesús Dávila, comerciante en el barrio La Cruz, puede pasar hasta dos meses sin ver productos regulados como harina de maíz precocida, leche, aceite o mantequilla. «Lo que llega solo tapa el problema. Aquí la gente compra lo del día. Más que nada se llevan verduras para completar las comidas», dijo. Sus ventas han bajado entre 20% y 30% por el alto costo de los productos. «Cada semana todo llega hasta 30% más caro. Y los productos como el atún, la leche sin regular y el queso para untar pueden pasar meses en el anaquel porque están muy caros y nadie los compra», añadió. Una lata de atún de 184 gramos, la más pequeña, cuesta 1.760 bolívares, tres días y medio de trabajo ganando el salario mínimo de 15.051,15 bolívares mensuales. La leche marca 1.250 bolívares, casi dos días y medio de trabajo con salario mínimo. «Después de un mes el viernes nos despacharon un poquito de cada cosa, pero cuando llegan los productos es una locura. Ese día casi nos tumbaron la reja y los guardias tuvieron que dispersar a los violentos», contó Javier Dávila, vendedor en un pequeño negocio en Chapellín. La situación siempre se repite aunque los comercios tienen rejas que separan al comprador del comerciante y los productos. «El dueño dijo que ya no va a pedir más harina, pero está allá atrás haciendo otro pedido. Es que no hay comida», agregó. No pueden darse el lujo de parar la comercialización de alimentos regulados. Para evitar la exposición a la violencia, algunos comerciantes en la zona han decidido prescindir de la venta de artículos controlados. «Cuando los pedíamos llegaban cada mes o dos meses, pero ya no los vendemos porque la gente empieza a pelear», señaló la encargada de un comercio. A la misma práctica recurrió Antonio Rodríguez, dueño de una pequeña bodega, quien aseguró que desde hace un año no pide productos regulados. «Es puro problema, cuando llegan siempre se arman peleas afuera del negocio. Aquí la gente es muy violenta», afirmó. Otros locales tienen huevos, yogur, cereal y jugos. La gente no suele prestarles mucha atención y piden solo lo que necesiten en el momento. Los huevos son un ejemplo: en lugar de comprar el cartón o la docena como antes, compran al detal porque un huevo está en 100 bolívares. El cartón cuesta entre 1.300 bolívares y 3.000 bolívares, lo que representa dos días y medio y casi seis días de trabajo con salario mínimo. «Anteriormente uno podía comprar un cartón entero, pero ahora compras de a poquito», aseguró un comprador que enseñaba los dos huevos que acababa de comprar en una bodega del barrio La Lucha. Allí a la bodeguera le llegan productos regulados cada 15 días. Entre los productos que se ven a simple vista predominan los dulces y las chucherías, no hay más que vender y con eso se mantienen. En los negocios con licencia para expender licores, como el de Rodríguez, los ingresos no han disminuido tanto gracias a la venta de bebidas alcohólicas a pesar de la escasez de cerveza. «Tenemos cuatro días sin cerveza, pero hay bastante ron y la gente lo compra. Las ventas no han bajado mucho», indicó.


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