La situación restrictiva del presupuesto familiar, fuertemente afectado por la alta inflación, no mejora con el nuevo aumento de 30% (40.963,60 bolívares mensuales) del salario mínimo. Con ese monto solo se puede comprar un cuarto de kilo de jamón o queso blanco: su precio actual es de 180.000 bolívares el kilogramo.

Las frases más repetidas por los ciudadanos en la calle, camionetas y el Metro fueron: “Venezuela es el único país en que la gente llora cuando sube el salario mínimo” y “ese aumento no alcanza para nada”.

El presidente Nicolás Maduro anunció el miércoles en la noche el incremento del sueldo mínimo de 136.543,40 a 177.507 bolívares mensuales. Con el aumento neto de 40.963,60 bolívares al mes son muy pocos los alimentos que se pueden comprar de manera suficiente: solo medio kilo de carne de res o 700 gramos de pollo entero a los precios de 80.000 y 60.000 bolívares el kilo si se mantienen esos precios en los comercios de Caracas, que ayer los vendían porque les quedaban existencias.

Asimismo, el diferencial del alza salarial con respecto al sueldo anterior da para adquirir 20 de 30 huevos que contiene un cartón y cuyo precio es de 52.000 bolívares. Además, los 40.963,60 al mes solo alcanzan para comprar un kilo de pasta alimenticia, harina de maíz precocida, arroz o azúcar, cuyos precios de mercado son 34.000, 24.000, 25.000 y 30.000 bolívares, respectivamente.

María Rodríguez, ama de casa, contó que con una administración estricta de los alimentos su grupo familiar de 4 integrantes consume mensualmente 3 kilos de harina de maíz, 5 kilos de carne y pollo, 2 kilos de arroz y de pasta, 1 kilo de azúcar, 1 kilo de queso blanco y un cartón de huevos.

Esto le significa una erogación mensual de 762.000 bolívares a precio de mercado, equivalentes a 4,2 salarios mínimos de 177.507 bolívares. “Ese aumento ya se volvió sal y agua. Y los precios siguen subiendo a diario”, expresó Rodríguez.

Si se va al cálculo del incremento del salario mínimo por día (1.365,40 bolívares) el poder de compra se pulveriza frente al costo de una empanada (entre 4.000 y 5.000 bolívares), un café (5.000 bolívares), un cachito de jamón (6.000 bolívares) y un pastelito de queso/jamón 7.000 bolívares.

El sueldo mínimo diario tampoco alcanza para comprar un pan campesino que está en 4.000 y 5.000 bolívares la unidad, y si pretende darse el gustico de una chuchería el jornal diario solo cubre un chicle, una chupeta o 4 caramelos.

También se vuelven inalcanzables una lata de refresco y de malta en 4.500 y 3.400 bolívares, respectivamente, y una botella pequeña de té o de bebida energética 5.400 bolívares.

Las galletas pasan a un segundo plano cuando un paquete de las dulces y de soda, que contiene diez empaques individuales, cuesta 14.000 y 16.000 bolívares. El precio de cada paquetico con 3 galletas de soda o dulce se ubica en 1.400 y 1.600 bolívares, lo cual supera el nuevo salario mínimo diario de 1.345,40 bolívares.

Usuarios manifestaron que el otro drama es estirar el dinero para cubrir el pasaje en momentos en que los conductores de camionetas aumentaron el precio al doble o están por tomar la decisión. El pasaje ida y vuelta desde San Antonio de los Altos (Miranda) a Caracas es de 3.000 bolívares diarios por persona, mientras que en el oeste-centro y el este de la ciudad hay que desembolsar 560 y 1.400 bolívares ida y vuelta por pasajero.

“Tengo dos hijos que estudian en Caracas y mi esposo trabaja allá. Gastaremos casi todo el salario en pasajes”, dijo Rosalía González, ama de casa que vive en los Altos Mirandinos. 

EL DATO

La presidente de Consecomercio, María Carolina Uzcátegui, rechazó el aumento salarial decretado por el presidente Nicolás Maduro. “El 30% de incremento ya está completamente diluido en una inflación o un esquema de hiperinflación como el que estamos viviendo», declaró Uzcátegui a la emisora privada Unión Radio. Añadió que el sueldo en Venezuela «simple y llanamente no alcanza para cubrir las necesidades básicas de nadie», pues los precios de los alimentos y productos aumentan cada semana. «Venezuela es el único país del mundo en el que la gente le aterra un incremento salarial porque sabe que todo va a subir».


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