Real Madrid llegó ayer al Camp Nou con todo en contra. No sólo por su posición en La Liga, tercero, a diez puntos de su eterno rival, Barcelona; también porque el ámbito que rodeaba al Clásico español de ayer en la Ciudad Condal. El homenaje a Johan Cruyff, fallecido el pasado jueves santo, llenaba de emotividad y electricidad el ambiente en el estadio. Camp Nou se pintó de azulgrana y con un mosaico que dibujaba el mítico 14 del holandés, ex jugador y ex técnico del cuadro catalán. Con ese ambiente, los de Luis Enrique salieron a buscar a su rival. Real Madrid esperó. Aguantó todo el primer tiempo, que se volvió pastoso, aburrido, soporífero, con los locales controlando la pelota pero sin profundidad, y con la visita apostando a Gareth Bale como su principal arma ofensiva, con sus largas galopadas y su endemoniada velocidad. Lionel Messi, quien buscaba su gol 500 en la Liga, tuvo que bajar muchos metros para reencontrarse con la pelota, mientras que Luis Suárez se enfrascó en un duelo físico con Pepe y Sergio Ramos, sin productividad. Pero todo se sacudió en el segundo tiempo. El conjunto catalán pegó primero. Inició su asedio a la valla de Keylor Navas, quien se encargó de sacar cuanto remate llegó a su valla. Excepto un cabezazo del central Gerard Piqué, quien aprovechó una cortina de baloncesto de Messi para sacarse la marca de Pepe y poner el 1-0 que hizo estallar la tribuna del Camp Nou a los 55. Con 39 victorias al hilo, y embriagados por un ambiente favorable en la tribuna y el marcador, los de casa comenzaron a quedarse en el partido. Zinedine Zidane fue insistente en su formula. Siguió apostando a tirarle la bola a Bale, y este sacó un centro después de una magnífica jugada de Marcelo atravesando la cancha en diagonal, para que Karim Benzema apareciera con una acrobática media volea para igualar el duelo a los 64. Tuvo mucha más hambre el cuadro blanco, y terminó imponiéndose al final con un gol de Cristiano Ronaldo a un nuevo centro de Bale, a los 82, dos minutos antes de que Ramos se fuera expulsado. Barcelona sufrió un traspié menor.  Sigue cómodo en la Liga, aunque tiene ahora al Atlético a cinco puntos. Los colchoneros los visitan por la Champions League este martes, y por como viene la baraja, esta derrota puede suponer un golpe anímico. En la acera de enfrente ocurre lo contrario. Contrariados toda la temporada, Real Madrid encontró ayer en un emotivo Camp Nou, bajo la sombra de Johan Cruyff, un envión anímico para su cierre de campaña.


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