Rubén Mijares, el brillante periodista autodidacta, gerente general campeón con los Tigres de Aragua en la temporada 1971-1972, comentarista en la radio y televisión venezolanas y autor de la columna Beisbol por dentro, que durante años fue publicada en las páginas de El Nacional, murió la madrugada de este lunes en Margarita, su última residencia en la tierra, víctima de varias dolencias crónicas que mermaron sus fuerzas en los últimos meses.

El carabobeño, nacido en Puerto Cabello el 10 de diciembre de 1938, pero criado caraqueño en su niñez, aprendió inglés por su cuenta, siendo adolescente, leyendo revistas deportivas escritas en esa lengua, importadas por la empresa donde consiguió trabajo como office boy en el centro de la capital. Con esa misma inquietud entró muy joven al periodismo, al ser contratado por La Esfera para ser parte de su Redacción deportiva.

Mijares fue un reportero que cruzó por muchas disciplinas, como el ciclismo, el baloncesto, el boxeo o el balompié. Se instruyó como árbitro internacional de voleibol, ejerció la gerencia beisbolera con varios equipos de la LVBP y dio cobertura a eventos y competencias tan disímiles como el Mundial de Fútbol de México 70, el asesinato de Robert Kennedy en Estados Unidos, los Juegos Olímpicos de Moscú 80 o la Serie Mundial.

Fue integrante de la Redacción de El Nacional en los años 70, como parte de una colección de firmas que engrandecieron a este diario y ampliaron su lectoría. Aquí hizo equipo con otros periodistas tan brillantes como él: Heberto Castro Pimentel, Jesús Cova, Abelardo Raidi, Rodolfo José Mauriello, José Visconti y tantos más.

Incursionó con éxito en la radio y la televisión. Su voz en varios circuitos de transmisión y su imagen en las pantallas de Venevisión anticipaban el análisis docto y afilado de los temas abordados. Se radicó en Barquisimeto en dos etapas de su vida, vinculándose con Cardenales de Lara como su principal comentarista y llave del narrador Alfonso Saer, con quien formó una de las duplas más notables que ha dado la radiodifusión deportiva en Venezuela, y haciendo de Promar TV y el diario El Impulso otras casas de su quehacer en la profesión que tanto amó.

Mijares fue maestro exigente de varias generaciones de periodistas, a quienes instaba a ejercer el oficio con orgullo y entrega, siempre con un útil regaño a flor de labios, a partir de su ejemplo, trayectoria y recuerdos inagotables.

Jefe de Prensa de los Juegos Panamericanos Caracas 83, asistente del comisionado de beisbol del Caribe y asesor de la presidencia de los Bravos de Margarita, fue también gerente general de los Tigres, los Navegantes del Magallanes y los propios insulares.

Su momento cumbre como ejecutivo llegó muy temprano, en la temporada 1971-1972, cuando enfrentó desde la oficina de los bengalíes una rebelión de jugadores importados, que exigieron aumentos salariales y el pago de bonificaciones especiales no estipuladas en sus contratos, a cambio de seguir disputando los playoffs. Mijares despidió a los insurrectos, nombró manager-jugador al panameño Rod Carew y puso su confianza en un grupo de jóvenes criollos que encabezaba David Concepción. Con ellos, celebró la conquista de la primera corona de los aragüeños en la pelota profesional venezolana.

Autor de varios libros deportivos y galardonado dos veces con el premio Antonio Arráiz en los años 70, fue entronizado en el Salón de la Fama del Beisbol, en Valencia, hace dos años. El torneo 2017-2018 de la LVBP se juega en su honor, por decisión unánime de los ocho elencos, que así votaron en su última Convención Anual, en mayo pasado.

“Es un privilegio y un gusto formar parte de esta maravillosa historia”, exclamó al saber sobre su exaltación al pabellón valenciano. Vivirá allí por siempre, así como vivirá en la memoria de sus lectores y oyentes, y de quienes le conocieron en sus distintas facetas.

El cuerpo de Mijares será trasladado a Barquisimeto, donde recibirá cristiana sepultura. A su esposa Mariela y a todos sus deudos, vaya el abrazo solidario de todos los trabajadores del diario que ayudó a engrandecer.

Paz a su alma.


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