Cardenales todavía ha ganado nada. Lo dice su manager José Moreno y lo saben sus directivos. Hace exactamente 12 meses también se metieron en la final, pero la perdieron. Volver a esa instancia era lo mínimo que pedían el equipo y la afición. Ahora es que comienza el verdadero desafío.

Lara recibirá en Barquisimeto al ganador de la serie entre Anzoátegui y Caracas, el fin de semana. Sus integrantes esperan el momento con fruición. “Faltan cuatro”, gritaban eufóricos en el estadio José Bernardo Pérez de Valencia, la noche del lunes, aludiendo el número de victorias que les separa de la corona.

Moreno y su cuerpo técnico han manejado el club casi con piloto automático. Después de perder 7 encuentros consecutivos, en octubre, han ganado 33 de 43 juegos, incluyendo 8 de 9 en la postemporada, gracias a una ofensiva que impuso un récord en la LVBP, al batear para .318 de average colectivo en la ronda eliminatoria y dejar 3.93 de efectividad grupal, la segunda mejor del circuito en esa instancia.

Hubo días en que los nueve hombres alineados mostraban promedios sobre .300, mientras se sucedían las cosechas de 10, 15 y más imparables por choque. En paralelo, la muy apreciada rotación de abridores fue tomando el paso, hasta cerrar diciembre como la más sólida y estable de la liga, antecedente de este cuarteto que en enero ha rebasado los 5.0 innings por jornada en todas sus presentaciones, menos una.

El piloto y sus coaches pudieron así trabajar en los detalles que permitieron cimentar la capacidad ofensiva de su divisa y establecer roles claros en el bullpen. Tan bien trabajaron la gerencia y la cueva, que la lesión del dinámico patrullero Alejandro de Aza, la marcha del seguro del cerrador Ryan Kelly y las ausencias periódicas que sufre todo elenco no han mermado el paso ni la peligrosidad del grupo, claro favorito de estos playoffs.

La clave está en eso que tanto ha diferenciado al actual roster de ese, tan semejante, que perdió la final pasada con las Águilas: aquellos sabían que eran buenos, estos saben que pueden ganar.

Es muy sutil la distinción nominal entre una y otra afirmación, pero no es sutil el resultado. En 2016, se vieron sorprendidos por un rival con garra y no tuvieron capacidad anímica para reaccionar y torcer el rumbo que impuso el Zulia. En 2017 juegan duro y convencidos de que, si cada uno cumple su tarea, nadie los parará.

Tienen un roster dinámico, un lineup disciplinado, pitcheo eficiente y hambre de victoria. Por eso cuesta tanto derrotar a Cardenales.

ElDato

La gerencia cardenalera se debate entre tomar el bate de Jesús Valdez, en el draft previo a la final, y sumar un relevista de cierre, alguien con las características de un Pedro Rodríguez o un Miguel Socolovich

José Moreno: el motivador

La Venezuela beisbolera sabía pocas cosas de José Moreno, antes de esta temporada. Nacido en Punto Fijo, fue receptor suplente con los propios Cardenales que ahora dirige, no subió muy alto en las Ligas Menores y desde hace varios años es coach y manager en las sucursales de Seattle, donde en 2017 condujo al Everett, filial Clase A de temporada corta. Siendo formador en el norte, es entendible que su principal característica con Lara haya sido la de motivador, uno de los dos aspectos —el otro es el táctico— que suelen caracterizar a los estrategas. Su llave con el cerebral Carlos Mendoza, su joven coach de banca, le sirve para analizar a propios y contrarios a partir de tendencias estadísticas, no sólo por sus características atléticas. Tiene 39 años de edad y nunca exige protagonismo. Por el contrario, en cada entrevista pide un aplauso al esfuerzo colectivo de sus pupilos.


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