Real Madrid se veía exultante después de que el sábado le ganó convincentemente al Barcelona. Rebosaba de confianza y alegría. El enfrentamiento de la Liga de Campeones contra Wolfsburgo parecía un trámite fácilmente salvable, más aún, después de remontarle el partido a uno de los mejores equipos del mundo hace apenas cuatro días atrás. Pero los lobos tienen rituales de cacería bien específicos. Cazan en manadas. Wolfsburgo era una jauría agazapada, que esperaba a una víctima confiada en su invulnerabilidad. En lo que vio la debilidad, todos atacaron, todos defendieron, todos le hicieron daño. Real Madrid dio ayer una de las peores demostraciones de la temporada al ser superado por el Wolfsburgo alemán 2-0 en el Wolkswagen Stadionm, en el duelo de ida de los cuartos de final de la Champions.   ?Los Lobos?, el apodo del club de la localidad de Wolfsburg, al norte de Alemania, anularon a los españoles con un planteamiento inteligente de su técnico, Dieter Hecking, quien estrechó las líneas de su equipo al mínimo posible, impidiendo que quedaran espacios libres para las maniobras del ataque blanco. Todos defendieron. Incluso, a pesar del aviso temprano de los merengues, que no aprovecharon sus primeros 15 minutos de dominio abrumador sobre el partido. Un gol (mal) anulado a Cristiano Ronaldo por fuera de juego, y otro intento de Karim Benzema con el partido ya desequilibrado a favor de los verdiblancos, fueron las ocasiones más claras del conjunto de Zinedine Zidane, quien ayer no tuvo capacidad de respuesta para el planteamiento del rival. Los alemanes encontraron dos debilidades: El pasillo derecho, por donde Danilo no defendió nunca de forma precisa y correcta, y donde además el lateral brasileño dejó todos los espacios posibles sin recibir la ayuda en el relevo de Casemiro, quien pasó de héroe el sábado a actor de reparto ayer. Con la batalla en el medio campo ganada por los alemanes, Julian Draxler tomó la batuta. Cambió el ritmo cada vez que la jauría salía al ataque, dio el primer pase para salir siempre con criterio, y además pisó el área y aportó en cada ocasión de gol. De sus botas nació el segundo tanto de los teutones, obra de Maximilian Arnold a los 25, quien remató de taquito después de un centro de Aandre Schürle, quien antes había recibido la pelota después de una genial galopada de Draxler. Antes, el suizo Ricardo Rodríguez había puesto en ventaja a los de casa al convertir un riguroso penal de Casemiro sobre el propio Draxler. La consigna era la de la manada. Todos defienden, todos atacan. Nulos. En la segunda mitad el partido fue un frontón. Real Madrid, grogui y sin respuesta, se encontró ahora con Dante y Naldo, dos centrales brasileños de trabajo impecable en el centro de la zaga alemana, y sufrió en las tres ocasiones que Draxler, Schürle y Arnold se asociaron. Zidane nunca tuvo respuesta para el partido. Con sus cambios, sólo incrementó la sensación de rebote intrascendente y carente de juego de su equipo.  El cuadro merengue pasó de la gloria del Clásico al absurdo de Wolfsburgo. Ahora le tocará rearmarse durante el fin de semana, porque tan pronto como el martes tendrá su revancha en casa. Eso sí, los lobos hambrientos del norte de Alemania ya los mordieron. Sólo quedará saber si la herida de ayer es salvable o fue mortal.


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