La vida de Josh Hamilton antes de llegar a las Grandes Ligas se resumía en una sola palabra: crack. Un día, no muy distinto a los que acostumbraba tener, despertó en medio de una autopista de Carolina de Norte, su ciudad de nacimiento, en Estados Unidos.

En principio no supo cómo llegó al lugar. Fue después de unas horas que recordó que su carro se accidentó cuando iba en busca de una persona que le suministrara su mayor anhelo para la época.

El jardinero y paleador zurdo fue drafteado por los Devils Rays de Tampa Bay (hoy Rays de Tampa Bay) en 1999 a cambio de casi 4 millones de dólares, pero su adicción a las drogas lo sacó de las rayas de cal. Fue suspendido de 2004 a 2006 por consumo de cocaína y alcohol.

Tras cumplir su sanción, una de las condiciones para su reinserción en las mayores fue que se sometiera a pruebas de drogas tres veces por semana. No fue sino hasta 2007 cuando debutó en la gran carpa con el uniforme de los Rojos de Cincinnati.

Para ese entonces el daño ya estaba hecho, aunque Hamilton apenas tenía 26 años de edad. Los excesos pasaron factura más tarde. Tuvo recaídas con el alcohol en 2009 y 2012, justo en sus mejores años. Participó en cinco ocasiones seguidas en un Juego de Estrellas, además de obtener tres Bates de Plata y un premio al Más Valioso con el uniforme de los Rangers de Texas.

En 2013 firmó un contrato de 5 temporadas a cambio de 125 millones de dólares con los Angelinos de Anaheim, pero el dinero y la fama no lo excluyeron del declive, al igual que a otros beisbolistas.

Hamilton recayó en 2015 y fue canjeado a Texas nuevamente. Esa campaña disputó 50 compromisos, disparó 8 jonrones y remolcó 25 carreras. Una lesión lo apartó de los terrenos de juego y su apellido no volvió a aparecer en las planillas de juego.

Amor y odio en la Gran Manzana. La carrera de Dwight Gooden en las Grandes Ligas tuvo un comienzo espectacular, por no decir soñado. Fue Novato del Año en 1984, ganó el Cy Young en 1985 y en 1986 fue campeón de la Serie Mundial con los Mets. Mejor imposible.

Pero Doc, como también era conocido en el mundo del beisbol, no solo tenía debilidad a la hora de subirse a un montículo. También la tenía por la cocaína. Sus adicciones y escándalos legales lo llevaron a la cárcel.

“La pelea siempre está ahí. Es lo que hace cada día tan alegre para mí ahora porque recuerdo los días cuando estaba en casa drogándome con personas desconocidas, sin saber si iba a recuperar mi vida”, confesó Gooden en una entrevista al Daily News en 2016.

El ex pitcher derecho, que eligió 2011 como el año en que decidió apartarse de las drogas por completo, también admitió que las veces que entró a rehabilitación fue por pedido de su familia y no por decisión propia.

Con Gooden compartió equipo y gusto por los malos hábitos Darryl Strawberry, quien jugó también para los Yanquis, Dodgers y Gigantes. Ganó cuatro Series Mundiales durante sus 16 años.

Después de su retiro fue arrestado por posesión de drogas y sentenciado a 18 meses de cárcel. En 1999 fue puesto en libertad pero volvió a vestirse de naranja en 2002.

La muerte como destino. Ken Caminiti fue uno de los mejores antesalistas de su época. Fue elegido en tres oportunidades para el Juego de Estrella y Más Valioso de la Liga Nacional con los Padres de San Diego. Además forma parte del Salón de la Fama del equipo religioso.

Después de decirle adiós a la pelota en 2001 fue arrestado por posesión de cocaína y sentenciado a tres años de prisión. Salió, pero su destino no fue la calle sino la muerte. Murió por una sobredosis en 2004.

Una vida blue, y negra. Vida Blue inscribió su nombre seis veces en un clásico de mitad de temporada. Ganó el premio Cy Young de la Liga Americana en 1971, mismo año en que ganó el Más Valioso.

En su bóveda guarda tres anillos de campeón y colecciona más de 200 victorias y 2.175 abanicados. Fue arrestado en su etapa como agente y sentenciado a dos años de prisión preventiva por el mismo cargo de sus antecesores: posesión de cocaína.

Hall de la Fama en aprietos. Hablar de Orlando “Peruchín” Cepeda es hablar de uno de los mejores peloteros latinos en la historia de las Grandes Ligas. Fue exaltado al templo de los inmortales en 1999 y en su haber destacan un liderato de cuadrangulares y dos de carreras remolcadas, amén de un MVP y un campeonato mundial.

En la Bahía de San Francisco nadie puede usar el número 30. Pero Cepeda, que también vistió la camisa de Boston, San Luis y Atlanta, entre otros, estuvo tras las rejas durante 10 meses por posesión de drogas. Se salvó, en parte, porque su sentencia inicial lo obligaba a cumplir 10 años de cárcel.

Drogas por doquier. La sola presencia del cubano José Canseco intimidaba. Fue uno de los primeros peloteros de la era del 2000 en admitir el uso de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento. Sus más de 400 cuadrangulares en las mayores llevan el asterisco de la duda a un lado.

Desde 1989 tuvo problemas con la justicia estadounidense, que pasaron por violencia doméstica hasta peleas en bares nocturnos. Hace 10 años fue detenido por oficiales de inmigración en la frontera de San Diego, acusado de pasar drogas desde México.

Canseco alegó que las sustancias eran necesarias para sus terapias de reemplazamiento de hormonas, necesitadas por culpa de los esteroides. El 4 de noviembre de 2008 fue encontrado culpable y sentenciado a 12 meses de prisión.

No manches, güey. Vistió nueve uniformes en MLB. En 2003, cuando defendió los colores de los Medias Blancas de Chicago, tuvo su mejor temporada. Esa campaña terminó como el líder en ponches del nuevo circuito. Su nombre: Esteban Loaiza.

El pitcher mexicano quedó viudo cuando su esposa, la cantante Jenni Rivera, falleció en un accidente aeronáutico en diciembre de 2012. Aquel hecho lo golpeó, pero ahora afronta otro duro capítulo en su vida fuera de los terrenos.

El nacido en Tijuana fue detenido en febrero de este año luego de que la policía lo arrestara en posesión de un cargamento de 20 kilos de cocaína, valorado en más de medio millón de dólares.

En principio negó las acusaciones, pero el mes pasado Loaiza cambió de parecer y se declaró culpable de todos los cargos que se le acusaron. Con residencia legal permanente en Estados Unidos, el ex lanzador permanecerá bajo fianza hasta la audiencia de sentencia, pautada para el 2 de noviembre en San Diego, California.

Según reportes, quien también defendiera los colores de los Yanquis de Nueva York y los Atléticos de Oakland, será expulsado del país al término de su condena, que podría ser de 10 años.


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