Los grandeligas Gleyber Torres y Willson Contreras recordaron sus inicios al pisar el terreno del Polideportivo Chucho Ramos, ubicado en Caracas. Ambos hicieron realidad el sueño de muchos niños que forman parte de Criollitos de Venezuela, institución de formación de beisbol infantil en el país.​ 

Los más pequeños los esperaron con ansias dentro del dugout. Los diferenciaban los colores de un uniforme, pero los unía el deseo de conocer a los venezolanos que hace poco veían por televisión.

El receptor de los Cachorros de Chicago y el segunda base de los Yankees de Nueva York acompañaron a 20 jóvenes de 10 y 11 años de edad, a quienes les contaron sus experiencias en las Grandes Ligas, mientras que les daban consejos. Por ese día, sus mánager serían Contreras y Torres.

«Esta actividad me llena de mucha alegría porque me hace recordar mi niñez, cuando también jugaba en los Criollitos de Venezuela y soñaba con ser un pelotero profesional. Ahora soy un líder Maltín Polar y tengo la oportunidad de animar a estos niños para que alcancen sus metas con esfuerzo y perseverancia», comentó Gleyber Torres.

El recinto, en donde jugaron los equipos Gran Mariscal y San Luis, fue recuperado recientemente por Empresas Polar, una actividad que llenó de orgullo a los pequeños que definen al campo como su «segundo hogar».

Carlos Martínez, gerente de Mercadeo Deportivo de Empresas Polar, explicó que esta actividad es parte del apoyo e impulso al deporte menor. «Willson Contreras y Gleyber Torres son dos jugadores extraordinarios, que además complementan sus jóvenes y exitosas carreras con un compromiso social admirable, lo cual va muy alineado a los valores de la marca Maltín Polar».

Por su parte, Willson Contreras recalcó la importancia de la familia en el crecimiento de un pelotero y pidió que jugadores profesionales apoyen iniciativas similares a esta en el país.

“El apoyo familiar es lo principal para todo atleta de cualquier especialidad. Los padres siempre van a querer lo mejor para uno, siempre van a querer darnos lo mejor, aunque muchos actualmente no puedan, yo creo que cuando lleguen a ser grandeligas ellos van a recordar todo los sacrificios de sus familiares y tomarlo como inspiración para seguir avanzando”, expresó el cátcher.  

Los niños deseaban que la tarde nunca acabara, era inevitable notar que no apartaban ni por un minuto la mirada sobre sus ídolos. Terminaba el día y los pequeños intentaban tomar el bate de la misma manera que los grandeligas venezolanos, un sueño que fue cumplido y que será de inspiración para cada uno de los jóvenes aspirantes que esperan tener algún día su apellido estampado en un uniforme de un equipo de la Gran Carpa.


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