Fue el azar. Así conocí a Kamasi Washington, el saxofonista estadounidense que nació en 1981 al que le han dedicado tantas líneas en los meses recientes.  Los medios, en su afán por evocar y comparar, lo llaman el sucesor de leyendas como WyntonMarsalis o John Coltrane.

Yo no lo sé. No me considero capaz de trasmutar a las personas, y menos a los músicos, tan complejos ellos. De lo que sí estoy seguro es que la noche en que las sugerencias de Deezer tuvieron el tino de  presentarme al compositor, nunca agradecí tanto a la mano invisible de los algoritmos de la plataforma de streaming. ¡Qué bien calcularon!

Heavenand Earth ha sido una de las sorpresas del año. Es un álbum de jazz extenso, doble, con una duración de casi dos horas y media, lo mismo que películas como CinderellaMan, La cinta blanca o El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos. Sin remordimientos, buena inversión de tiempo.

Hablo de un disco envolvente, virtuoso y apasionado. Digno descendiente de una élite jazzista que ha influenciado a este californiano de 37 años de edad. Improntas que se agradecen, pues están bien asimiladas e intensificadas por el talento de este músico, que no busca ser purista. Washington no puede negar influencias más pop, pero sabe cómo matizarlas. Hay soul, funk, blues y hasta una canción inspirada en el clásico videojuego de combates Street Fighter.

Pero no se trata de menospreciarlas, sino de evitar fórmulas de éxito asegurado. Claro que la apuesta es otra: saber trasgredir las convenciones aceptadas por un público para ir más allá y convertirse en un fenómeno para oyentes más desprevenidos en lo que respecta al género.

No hay que ser un ferviente del jazz para entregarse a Heavenand Earth, un disco que ya advierte una dualidad en principios y sentimientos. Por eso tiene que ser extenso, porque desde el título, el planteamiento es complejo en los conceptos a desarrollar.

Pero no es nuevo su gusto por los tiempos prolongados. Ya en TheEpic, publicado en 2015, daba muestra de la comodidad que siente, y seguramente defiende, al momento de grabar, especialmente en la época en la que muchos músicos desdeñan el disco para subir al pedestal del sencillo en plataformas streaming. TheEpic tiene tres álbumes.

“Un disco triple de 172 minutos con una banda de jazz de 10 miembros, una orquesta clásica de 32 y un coro de 20. Un artefacto en el que conviven Debussy y Malcolm X, que tardó cuatro años en completarse y dio el toque extravagante a las listas de los mejores discos de 2015”, indica El País de España sobre esa ópera primera. “Mi música es una expresión de quién soy y lo que he pasado, así que parte viene de eso”, afirma.

Pero más allá de los manifiestos de su creador, Heavenand Earth no deja de ser un viaje sensorial. Una burbuja necesaria en estos tiempos para revitalizarse en la introspección y en la observación que permite la música. Vitalidad.


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