Cinco desplazamientos, un asesinato, una violación múltiple y un regreso forzado. Así resume su vida Ana Teresa Castillo, una de los 400.000 colombianos que cruzaron las fronteras para salvar sus vidas de la guerra, entre 2000 y 2012. 

A pesar que hace décadas Venezuela fue el refugio de las víctimas colombianas del conflicto armado, la entrada la crisis del gobierno de Nicolás Maduro la obligó a repetir la historia, reseñó Infobae.  

Ana sufrió cinco desplazamientos internos antes de exiliarse en Venezuela tras ser perseguida por la FARC con su pareja, quien fue asesinado por la organización armada. 

«Prendieron la casa en fuego, hasta los papeles los perdí. Pero antes, se llevaron a mi compañero de vida y lo desaparecieron, al tiempo me enteré que estaba muerto. Y a mí… siete hombres me violaron. Me marcaron para toda la vida, fue horrible, me quitaban el cuero de la piel con sus dientes. Sufrí mucho. Y así, tocó seguir, porque qué más se hacía». 

Al cabo de un tiempo, estuvo unos días acogida en el colegio del pueblo, hasta que su hijo mayor la convenció de irse a Venezuela, donde él ya vivía cómodamente hace unos años. Con una colchoneta, seis mudas de ropa y acompañada de su hijo menor, Ana decidió cruzar la frontera y se instaló San Antonio de Táchira donde empezó a vender tamales.

Sin embargo, con el cierre fronterizo en 2015, el gobierno de Nicolás Maduro deportó a aproximadamente 2.000 colombianos. Y el retorno masivo fue de más de 22.000 personas, como fue el caso de Ana que tuvo que volver a su nativo país, donde sigue amenazada. 

Hasta ahora espera poder donar la casa que dejó abandonada en Venezuela a una fundación venezolana que atienda la crisis humanitaria que padecen los más vulnerables.

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