“El hambre es lo primero que se aprende, pero no hay derecho a vivir con eso por el resto de la vida”, fue la cita con la que dio inicio Susana Raffali, nutricionista y experta en seguridad alimentaria, a su ponencia en el foro “Vidas en riesgo, país en crisis”, organizado por Alianza en Protesta Pacífica y Dale Letra.

Este jueves se llevó a cabo en la plaza Brión de Chacaíto la primera iniciativa de encuentro ciudadano, que tiene como objetivo primordial compartir ideas sobre las problemáticas y las condiciones en que está la población venezolana y hacia dónde va el país.

La moderadora del foro, María Teresa Urreiztieta, indicó que la intención de esa actividad, y de todas las que tienen previstas, es construir una voz de crítica política y social donde haya espacio para todos, sin distingo de partidos políticos, ideologías o religiones.

“Tenemos un tema fundamental que vamos a estar desarrollando durante un mes y tratará sobre hambre, escasez, desnutrición y todos los aspectos de alimentación y salud en Venezuela”, explicó Urreiztieta.

Las ponencias estuvieron a cargo de Susana Raffali; Manuel Gómez, especialista en temas agrícolas, desarrollo rural y asociación campesina; y Mikhael Iglesias, psicólogo e investigador social de la UCAB.  

Desnutrición en cifras

Raffali informó  que los pasos que hacen posible que el alimento llegue a la mesa de cada venezolano están “todos rotos y colapsados”. Las cifras sobre producción alimentaria no dejan de ser alarmantes: explicó que los campos de Venezuela actualmente están produciendo solo 30% de los alimentos que se necesitan y que hasta el acceso físico a los alimentos está limitado.

La especialista aseguró que la inflación en el precio de los alimentos llega a 900%, situación que podría seguir empeorando. “El impacto de todo esto es que hay 1.800.000 venezolanos que están teniendo menos alimentos de los que necesitan”, indicó.

La nutricionista explicó que los niños, las mujeres embarazadas, los ancianos y los privados de libertad son los más vulnerables ante esta crisis. “Hoy por hoy, de cada 100 niños venezolanos en situación de pobreza, hay 15 gravemente desnutridos y, de estos, hay 6 que podrían estar muriendo esta misma noche”.

Alimento como bien más preciado

En su ponencia, Manuel Gómez se sirvió de anécdotas e historias que ha recogido a lo largo de todo el país para expresar de la forma más vívida posible la situación tan grave que afrontan diariamente los venezolanos.

“En el estado Lara robaron y mataron caballos para comérselos. No hay justificación ética para explicar este tipo de fenómenos”, detalló.

Explicó que estos hechos, que se han ido replicando en distintas entidades de todo el país, revelan que hay un tema de hambre que está sobrepasando la condición ética y moral de cada ciudadano.

La situación de hambre y escasez ha hecho que millones de familias se separen y rompan sus vínculos. El especialista en temas agrícolas declaró que ha sido testigo de cómo madres dejan a sus hijos a la deriva por no tener con qué alimentarlos.

“Hay una aniquilación del afecto, del cariño, de los vínculos afectivos que puede haber en una familia. Esto forma parte del drama que está atravesando cada familia venezolana”, aseguró.

Además, comentó que los gremios agrícolas le han indicado que son víctimas constantes de extorsión por parte de los cuerpos de seguridad cuando trasladan sus rubros para venderlos en la capital. “Un camión que sale de Mérida, con hortalizas, tiene que dejar un tercio de la carga para poder llegar a Caracas”, indicó.

“Posiblemente veremos que los alimentos se convertirán en un elemento tan extremadamente necesario y preciado que haya que custodiarlo para que pueda llegar a su destino”, señaló.

El hambre como método de control

El psicólogo Mikhael Iglesias, quien fue el encargado de cerrar las ponencias, aprovechó su espacio en el foro para hablar sobre cómo el hambre se vuelve un instrumento de poder y control.

“Pareciera que los que hablan del hambre, sean del gobierno o no, no saben el significado de esa palabra, y por lo tanto, carece de sentido para ellos”, indicó.

El investigador señaló que el hambre es sufrimiento, es el relato del dolor que está presente “en todo lo que hablamos, todo lo que hacemos, en todo”. Para él, el hambre se define desde las personas, desde el acceso que se tiene a la comida.

“¿Qué pasa cuando es el otro quien decide qué debo comer?” fue una de las preguntas que usó el especialista para hablar sobre el poder y el Estado.  Aseguró que esto se relaciona con la distribución de las bolsas CLAP. “Amenazan la supervivencia con la bolsa de comida”.

Señaló que el hambre es una relación de poder con respecto al encargado de distribuir el alimento.

“Con el hambre humillan al ser humano y hacen que siempre dependa del otro. Esto lo hemos reflejado en la dependencia que tenemos con el Estado. Si realmente vamos a depender de algún ente, ellos deberían tener unas políticas que sean verdaderamente efectivas”.

Antes de cerrar el ciclo de participaciones, el psicólogo indicó la importancia de denunciar y hablar sobre esta situación.

“Necesitamos hacer un grito desesperado desde el vacío del estómago para que haya respuesta ante esta crisis”.


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