No cabe duda acerca del carácter regionalista y de plena identidad que tienen los zulianos como defensores de la venezolanidad. Sin embargo, la historia imprime el carácter de quienes han nacido en la tierra del sol amada, como coloquialmente se enorgullecen en llamarla sus hijos nacidos en esta generosa región, que los diferencia del resto de nuestros compatriotas. Ello es obra de sus antepasados, tal como lo registra la leyenda de los dos siglos que anteceden nuestra época.

La historiografía oficial venezolana nos muestra una patria nacionalista, cuya construcción es el resultado del esfuerzo de un Estado republicano que la creó y de un proyecto nacional impulsado por líderes militares y civiles de distintas regiones del país. El Zulia es una región distinguida por sus singularidades sociales y culturales, que en la huella del tiempo ha dejado marcado su propio acento que los distingue, obviando sus reminiscencias en la memoria del colectivo zuliano de las luchas autonómicas, cuyos recuerdos provienen de los tiempos de la federación, cuando los pueblos de Venezuela sumaban esfuerzos para impulsar el proyecto republicano, y construir la nación moderna que se formaba.

Retrotrayéndonos al pasado, conviene recordar que el Zulia existió como estado soberano de acuerdo con la Constitución Federal de 1864, y fue una división administrativa de los Estados Unidos de Venezuela que abarcaba un territorio similar al del actual, incorporando en ocasiones a los ahora estados Táchira, Mérida, Trujillo y Falcón. De 1811 a 1821 la provincia de Maracaibo se mantuvo fiel a la Corona española por lo que recibió su escudo de armas con el lema: “Muy Noble y Leal”, actitud que obedece al malestar generado por la pérdida de la autonomía en favor de Caracas con la creación de la Capitanía General de Venezuela en 1777, pues hasta entonces Maracaibo había tenido fuertes vínculos con el Virreinato de Nueva Granada.

En 1821, la provincia de Maracaibo se pronuncia por la independencia de Venezuela y lucha por ello hasta 1823 con la esperanza de anexarse a la república de la Gran Colombia y restablecer sus vínculos históricos con Bogotá. Fue la provincia de Maracaibo la que escogió unirse a Colombia, la grande como la llamó el Libertador y no Colombia. Al disolverse la Gran Colombia en 1830, la provincia de Maracaibo escogió pertenecer al Estado de Venezuela.

En 1863, durante la Guerra Federal, el general Jorge Sutherland obtiene la gobernación de la provincia de Maracaibo, pero por el malestar ocasionado por los impuestos y levas exigidas por el gobierno de Páez en Caracas, decide independizarla y la nombra “Estado Soberano del Zulia” y en su discurso proclama: “No más consideraciones, maracaiberos, la lealtad no nos ordena el suicidio. Rompamos los lazos, proclamemos la independencia”. Su intención era negociar de igual a igual con el gobierno federal de Juan Crisóstomo Falcón, la nación del Zulia, para cuyos efectos escogía anexarse a la república federal, representada por los Estados Unidos de Venezuela. En el año 1864, la provincia de Maracaibo pasa a llamarse estado Zulia.

Los zulianos tienen una personalidad muy acentuada y son defensores de una región claramente delimitada por la geografía física, y definida por la historia y la demografía. Su población y la intensa transculturización que se ha producido entre grupos humanos de muy diverso origen explican los principales rasgos que definen la condición humana de esta rica porción territorial del país, cuyos habitantes están dispuestos a seguir en la vanguardia del progreso y ser punta de lanza de los cambios que la sociedad requiere, por lo que aspira a ser escuchado una vez más, tal como lo hizo en el momento cuando echó de nuestro territorio al último reducto del imperio español, después de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo.

Es notorio el acendrado regionalismo que distingue a los hijos de esta tierra, que con su fervor patriótico y nacionalista defienden los intereses del colectivo de cualquiera de sus regiones, distritos o municipios. Y fiel a este sentimiento, Juan Pablo Guanipa hizo honor a su zulianidad al asegurar que está absolutamente preparado para cualquier consecuencia de la acción que tomó de no juramentarse ante la asamblea nacional constituyente, interrogándose asimismo: “¿Cuáles pueden ser las consecuencias?: inhabilitación, la asumo; la privación de libertad, la asumo; que se repitan las elecciones, échenle pichón”. Para luego subrayar que “dirigente de la MUD que se postule en una elección producto del fraude de este gobierno, es un traidor a la democracia”, reiterando finalmente que no se juramentó ante la ANC “porque esta es ilegal. Este es un esqueleto que quieren utilizar para violar y acabar con la Constitución venezolana que ellos mismos aprobaron”.

Valiente posición de un hombre forjado en la fragua de la lucha política, que a lo largo de estos últimos años ha demostrado un principio ético, moral y político enraizado con los valores democráticos que no se cansa de pregonar en cuanta asamblea, foro o reunión ha venido realizando en las filas del partido Primero Justicia del cual es fundador en el estado Zulia. Sus paisanos lo respaldan ampliamente y de allí que depositaran su confianza y voto para conferirle la primera magistratura de la más importante entidad regional del país.

Abogado egresado de LUZ (1990), realizó un Master en Estudios Políticos Aplicados auspiciado por la Fundación Internacional para Iberoamérica en Administración y Políticas Públicas en Madrid, obteniendo la mención honorífica cum laude, y se ha desempeñado además como coordinador académico adjunto del Diplomado en Derechos Humanos, Garantías Constitucionales y Procedimientos Internacionales para su Protección, organizado por el Instituto Internacional Jacques Maritain con sede en Roma.

Los zulianos conocen la dilatada carrera de Guanipa en el ejercicio de las responsabilidades que le ha correspondido desempeñar, desde concejal de Maracaibo durante dos períodos continuos entre los años 2005 y 20013; diputado a la Asamblea Legislativa del estado Zulia (1994-1996), con riguroso proceso de formación en el área política y comunitaria así como en la gerencia pública, y por esta razón depositaron su confianza y voto para elevarlo a la jefatura del estado Zulia, cargo que el régimen de Maduro prevalido del abuso de poder que ostenta, a través de la ilícita asamblea nacional constituyente, lo despojó descaradamente del cargo, instrucciones que no demoró el subordinado Consejo Legislativo del Zulia.

El asalto y toma del poder en el Zulia por parte del régimen muestra el rostro dictatorial de Maduro, quien sin el menor pudor o vergüenza, y con el pretexto de que el cargo quedó “vacante”, ordenó designar a una dama totalmente desconocida, en su pretensión de humillar a quien fuera electo gobernador, con el voto de la mayoría de un pueblo que reconoce en Guanipa al hombre humilde, batallador, guerrero, inteligente, empeñado en librar una batalla pese a las adversidades, en favor del presente y futuro del país. Dedicaré toda mi vida –ha dicho– en defensa del Zulia, y por eso estamos seguros de que hará frente a la satrapía que desgobierna a la patria en la que nacieron nuestros próceres, entre ellos Simón Bolívar y Rafael Urdaneta.

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