Despachos noticiosos del domingo confirmaban que el zar de todas las rusias, Vladimir Vladimirovich Putin, ha arrasado con entusiasmo en sus elecciones. Del mismo modo como el Partido Comunista de Cuba en sus comicios legislativos recientes o como ningún parlamentario de la Asamblea Nacional china se atrevió a votar contra Xi Jinping. Según ABC: “El Kremlin, a través del llamado «recurso administrativo», ha movilizado a los poderes regionales para que garanticen la participación recurriendo a presiones e intimidación. En varios centros de enseñanza superior, los estudiantes han denunciado amenazas de recibir malas notas y hasta de expulsión si no acuden a votar”. Aun con el descomunal ventajismo y la gente que sufragó varias veces, la participación rondó 61% y un apoyo estimado en 76%, con lo que ya tiene asegurado 6 años de ininterrumpida presencia en el poder. Nasdrovia tovarich.

A Putin le celebran haber puesto orden en su país, mantenido una política nacionalista, anexarse Crimea (un derecho histórico puesto que el ucraniano Jrushov se la había regalado a su patria chica), y permitido que la prosperidad de los precios del petróleo se reflejara en la economía. Que nadie tampoco se llene la boca hablando de la economía rusa. Si ni siquiera aparece entre las diez más grandes del mundo y hasta Italia y España la dejan atrás de acuerdo con el foro económico de Davos. Pricewaterhouse Cooper la ve, sin embargo, con optimismo para el año 2050.

Samuel Huntington en su polémico ensayo Choque de civilizaciones descree que los rusos pertenezcan a la civilización occidental, lo mismo que antipáticamente lo hace con nosotros los latinoamericanos como nos llama (Siempre he preferido la expresión “hispanoamericano”. La otra me parece populista y de izquierda). En rigor, Rusia no ha participado nunca de los valores seculares de la civilización occidental: libertad, democracia, economía de mercado, transparencia, división de poderes, elecciones libres. Entre Pedro el Grande, Nicolás Romanov, Jrushov y Putin se comparte el mismo personalismo autoritario. Nada ha variado mayormente salvo el tipo de control ejercido desde el poder. Al menos con los zares proliferaban los buenos escritores. El realismo socialista acabó con eso de raíz.

Lo que no se entiende es que sigan perdiendo el tiempo en la impostura occidental. Hacer elecciones, intervenir en las de fuera, negar el envenenamiento a los disidentes, pretender que tienen prensa libre y hasta tolerar a los opositores debe ser muy fatigoso. La KGB debe estar extenuada entre eso y sus hackers creando cuentas en Facebook. Sugiero que Putin tenga la honestidad de hacer suya la frase de una de sus fans: que no entregarán nunca el poder político y sanseacabó.


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