El miedo al extranjero, al emigrante, al desconocido, a la competencia, la presencia del que no es de allí ha producido a lo largo de la historia este fenómeno que hoy se sanciona en la mayoría de los países y del cual se ha alertado en el mundo civilizado desde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Este es un fenómeno que se maneja en el subconsciente de la gente y es fácil despertarlo, especialmente cuando los países están en crisis o son sometidos a contingentes humanos en altas proporciones. En casi todas las sociedades es una epidemia latente. Aquí, en Venezuela, hemos sido un país abierto a los extranjeros y, sin embargo, hemos tenido nuestros momentos de vergüenza. Recuerdo de muchacho la actitud que despertaba la emigración colombiana, ecuatoriana o peruana. Hubo reacciones xenofóbicas contra argentinos e incluso contra profesores chilenos que daban clases en nuestras universidades y que venían huyendo de la dictadura. Nunca fueron reacciones demasiado importantes, siempre hay imbéciles en los caminos.

El tema de la xenofobia se nos olvida en su real dimensión hasta que una situación como la masiva emigración venezolana nos recuerda que ahora les llegó el turno a nuestros compatriotas. La historia reciente en Ibarra, Ecuador, es insólita. Un país también de emigrantes en su propio patio actúa primitivamente ante un horrible crimen. El asesinato de una mujer embarazada por su ex marido venezolano despertó las peores pasiones de xenofobia contra los venezolanos como pocas veces las hemos visto en esta región del mundo. Una reacción inaudita que mezcla un femicidio con odio al extranjero y una reacción del Ejecutivo ecuatoriano de muy poca altura. Para colmo, el deseo de la venganza también floreció en algunos sectores de Caracas como muestra de mayor torpeza. Sin duda, una vergüenza que un venezolano atropelle a algún extranjero por retaliación. Como hemos dicho antes, nuestra estirpe es de amplitud con el que viene de otras partes. Siempre debemos rechazar la xenofobia y mucho más la venganza.


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