Distraído y deslumbrado

Vuelvo en mí, el desgaste electoral mexicano y el nuevo proyecto documental: “México de Norte a Sur”, me tenían distraído y –no exagero– deslumbrado. Sí, México como nación, quiero decir, el México del siglo XXI me ha distraído y deslumbrado. Su fuerza creativa, su vigor cultural, el dinamismo por emprender, competir y prosperar no lo he observado en ningún otro país latinoamericano; podría escribir del mundo.

Ojalá el nuevo presidente mexicano y sus sacristanes no menoscaben y desvanezcan es inmenso sueño por crear.

Pensar en ti

Vuelvo en mí y hacerlo es hurgar en las heridas venezolanas, sentir la asfixia, los gritos angustiados y persistentes de nuestro pueblo, el desconsuelo, la ingravidez cruel de la manada criminal que es el chavismo, quienes desde el poder pisotean al país. ¿Cuándo finalizará esta maldición? ¿Cómo sucederá? ¿Será que me equivoqué promoviendo la no violencia entre los jóvenes? ¿Y los militares? ¿Por qué tanta crueldad?

Volver en mí es pensar en ti que, como yo, andás en búsqueda del aire.

Chavismo: la peste del siglo XXI

Vuelvo en mí y descubro que acabo de culminar una proeza, anduve durante casi dos años y medio peregrinando en un desierto de memorias espinosas, sin agua moral y alucinando espejismos de libertad; que erré por tierras infértiles de sueños, de ideales, de esperanzas; que me perdí en las laderas de la desolación viendo –y dejando registro– cómo Hugo Chávez arruinaba a Venezuela.

Y lo más desgarrador de ese tortuoso peregrinaje es descubrir que el documental Chavismo: la peste del siglo XXI no es una ficción sino una hiriente realidad, que persiste…

¿Quién agradece heridas abiertas?

Vuelvo en mí y quedó sacudido porque me doy cuenta de que he sido testigo de un masivo asesinato nacional, inédito en la historia de las Américas, y he tenido la osadía de documentarlo; que casi 2 millones de personas han visto en tan solo 3 semanas mi testimonio sobre el crimen; que no puedo agradecer las felicitaciones por semejante esfuerzo porque, como lúcidamente me comentó Carla Angola: ¿cómo puede alguien congratularse por haber expuesto a detalle un crimen tan terrible?

Yo no puedo agradecer, ni lo haré, uno no agradece las heridas abiertas.

Gloria al bravo pueblo que enfrenta al chavismo

Vuelvo en mí y me pregunto al instante: ¿y ahora? Sé que hay que seguir, ¿pero hacia dónde y cómo? Lo único que liberará a Venezuela de esta masacre histórica es una rebelión nacional total, organizada desde las entrañas sociales de lo que queda de país, una rebelión popular que se levante e insurja contra la tiranía hasta su libertad. ¿Pero quién la lidera? ¿Qué pasó con el perfecto tiempo de Dios? Sé que no estamos perdidos, pero pareciera que lo estamos, nuestro aliento todavía empaña una lámina de vidrio.

Gloria al bravo pueblo, gloria a él cuando le mienta la madre al chavismo y lo enfrenta.

El primer holocausto latinoamericano

Vuelvo en mí después de los faroles y los reconocimientos, y frente al espejo, en la intimidad, descubro lágrimas, y me impaciento, los niños siguen muriendo de hambre, las mujeres famélicas (remembranza de Etiopía) andan por las calles desnudas, los ancianos se apagan en las aceras, es a su modo el primer holocausto latinoamericano, una muerte lenta, la languidez hecha pueblo. Y la agonía venezolana está ahí en vivo, en todas partes, reclamando aunque sea un último aliento de esperanza que no esté intoxicado de frustración.

Hay que tomar todos los poderes públicos antes de que todos los poderes nos tomen hasta el aire.

La intervención humanitaria

Vuelvo en mí y confirmo que para salir de la peste chavista necesitaremos de ayuda internacional, incluso cuando esta ayuda sea militar. Es ineludible esa necesidad. No hay opción, hay que gestionarla, negociarla, promoverla. La necesitó Francia para liberarse del nazismo; también Polonia y la República Checa, ¿cómo no habría de necesitar una ayuda semejante el pueblo de Venezuela? ¿Por qué no? ¿Lo veremos languidecer y morir? ¡Ya basta!

Es hora de que toda Venezuela, América Latina y el mundo vuelvan en sí…


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