El devenir político venezolano se encuentra en una encrucijada, donde una serie de variables que generalmente van en aumento indican en primer lugar el desorden estratégico y la falta de coordinación imperante dentro de ese amplio espectro llamado oposición.

Por un lado, muchos creen que el descontento generalizado por la negra realidad que atraviesa la nación puede generar una gigantesca ola de votos castigo, que podría generar el cambio político que tanto reclama el país; si bien es correcta esta apreciación, dado que muchos votarían en su desesperación por el mismo Diablo con tal de sacar del poder a estos sátrapas mafiosos, no se ha tomado en cuenta uno de los grandes reclamos hechos por la oposición: la ilegitimidad de la asamblea nacional constituyente. Aceptar participar en los comicios convocados por esta es darle legitimidad a una autoridad creada por la arbitrariedad, nacida del fraude; y esto sin sumar otro factor, que es que el árbitro no es ni será imparcial.

Por otro lado, tenemos el lanzamiento de un movimiento unitario ampliado, que si bien es muy positivo, muchos analistas lo consideran tardío (más vale tarde que nunca). Pero lo cierto es que factores que antes no tenían participación, ni eran escuchados para la toma de decisiones, ahora al menos tendrán voz. La pregunta en este caso es: ¿existirá alguna depuración dentro de las viejas voces de la unidad y se apartarán aquellas que no querían ir o enfrentar frontalmente al régimen? Esperemos que sí. Lo malo es que otra parte y otros líderes, pese a querer lograr el mismo objetivo –echar del poder a quienes crearon esta desgracia que vive todo un país– no se han sumado a este frente único. ¿Es que no aprendemos que todos debemos remar hacia el mismo lado?

En ese aspecto, pese a que en el exterior se ven algunas situaciones parecidas, se logran salvar las diferencias y se consiguen unir las voces y el esfuerzo para echar adelante las acciones pertinentes. Un claro ejemplo de esto fue el 16-J, cuando se lograron unos números impresionantes. Nuestros hermanos en Venezuela deben tomar este ejemplo de la diáspora.

Los objetivos de este Frente Amplio Venezuela Libre son claros: exigir un árbitro imparcial para que exista transparencia en un proceso electoral, acabar con el desconocimiento a la autoridad de la Asamblea Nacional por parte del régimen, el rechazo y desmontaje de la asamblea nacional constituyente, aceptar la ayuda humanitaria internacional, elecciones en enero de 2019 (cosa que no me parece, en lo particular exigiría la renuncia y renovación de los poderes para unas elecciones libres) y el desconocimiento de los resultados electorales del 20 de mayo, movilizaciones nacionales y mundiales.

A esos objetivos yo añadiría el impulso a la abstención activa y el boicot abierto a las elecciones del 20 de mayo, pero todos los objetivos planteados solo los vamos a conseguir con la presión de la gente en la calle, en protesta pacífica. Esto no es nuevo, pues ya en 2014 lo había planteado Leopoldo López “Que hable la calle y hable con gente”

Fuerza y fe.

www.maximodiaz.com

@DiazEstebanez


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