Dirigentes opositores siguen con la mala praxis de crear falsas expectativas y se han sacado de la manga la afirmación irresponsable de que las votaciones para gobernadores que se realizarán en diez días van a frenar la inflación y generar un cambio político. No es verdad, Nicolás Maduro seguirá donde está y terminará su mandato oxigenado a duras penas hasta el año 2019; todo seguirá de mal en peor, con gente pasando hambre, con mujeres pariendo en los pasillos de los hospitales, con enfermos muriéndose por falta de medicamentos, con el país en ruinas, con cientos de venezolanos que diariamente huyen de la debacle, con presos políticos, torturados o confinados en La Tumba, pero, ¡albricias!, tendremos mayor número de gobernaciones en manos de la oposición, si es que el fraudulento CNE, que cierra arbitrariamente centros electorales y no acepta sustituciones de candidatos, reconoce finalmente los resultados y graciosamente las adjudica.

Habría que hacer un llamado al buen sentido para que digan las cosas como son y no sigan engañando a la gente dejándola en ayunas. Por fortuna, a última hora designaron al alcalde Gerardo Blyde como coordinador de campaña de la MUD, un hombre sensato que está claro en que los adversarios son Maduro y sus candidatos lamentables, no los opositores molestos y frustrados que son atacados despiadadamente en las redes sociales por una jauría, concebida a imagen y semejanza de la guerrilla comunicacional del oficialismo, por el hecho de ejercer su derecho político a no votar. Y no votarán porque no conseguirían elegir sin caer en contradicciones e irrespetar las reglas de la lógica.

La jauría no acepta que haya posiciones divergentes, le disgusta que se alerte sobre el panorama nada alentador que les espera a los ganadores opositores, pues muy poco podrán hacer con sus poderes cercenados por unos gobiernos paralelos que fungen como autoridades únicas o encargadas, que manejarán los presupuestos de las entidades regionales. Algunos candidatos oficialistas ya han sido designados como jefes económicos en sus regiones.

El caso de la actual administración de la Gobernación del Estado Miranda constituye un patrón del accionar dictatorial y arbitrario que continuará rigiendo; así que las gobernaciones en manos de la oposición seguirán sin dinero para honrar al menos los aumentos salariales decretados por el gobierno, sin recursos para inversión de obras públicas o servicios y con la espada de Damocles de las inhabilitaciones y juicios “a discreción” contra gobernadores y funcionarios.

El régimen juega duro. Como muestra está el haber dejado a la oposición sin su mejor carta para ganar las elecciones en Miranda, al inhabilitar a la diputada Adriana D’Elia, que punteaba en todas las encuestas y posee una extraordinaria hoja de servicio. Ahora habrá que esperar qué le tienen preparado a Carlos Ocariz si sale elegido.

En un futuro, cuando haya una verdadera democracia, se debería insistir en examinar a cada uno de los candidatos que han de representar al pueblo para que no se use el voto como una especie de arma arrojadiza, es decir, que no sigamos votando contra algo o contra alguien adscrito automáticamente a un partido pero que es rechazado por sus representados. No se puede seguir votando por alguien que inspire repugnancia, llámese Ismael García o Rafael Lacava, por nombrar a uno de la oposición y a otro del oficialismo, a quienes repelo en lo personal.

Llevamos casi 20 años de innumerables elecciones, acertadas unas, la mayoría desastrosas, donde el desacierto ha sido lo frecuente. Por Dios, las votaciones deben ser un acto de confianza y no un castigo.


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