El juego político ha puesto en manos de los opositores la oportunidad de votar en el proceso electoral del próximo domingo 15 de octubre (15-O). En unas elecciones sin ventajismos, con un Consejo Nacional Electoral (CNE) imparcial y sin amenazas, la derrota del madurismo sería aplastante. Pero esta posibilidad está en manos de un sector opositor: los abstencionistas, que sin señalar un mejor plan político se niegan a participar en estas elecciones.

La experiencia histórica nos enseña la utilidad del sufragio. En efecto, en el año 1952, Jóvito Villalba y Rafael Caldera, respaldados por sus partidos URD y Copei, enfrentaron al dictador Marcos Pérez Jiménez en un proceso, como en todas las dictaduras, cargado de trampas y riesgos. Acción Democrática (AD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) estaban inhabilitados, pero los militantes de AD fueron instruidos por Rómulo Betancourt y Leonardo Ruiz Pineda para sufragar por URD. El régimen militar adulteró los resultados y esta fue la manera de marcarlo como dictadura. Nadie suponía que participar y votar en ese proceso electoral amañado sería suficiente para expulsar al dictador; pero era una opción política que no podía desaprovecharse.

Durante el gobierno autoritario de Hugo Chávez la oposición decidió abstenerse en la elección parlamentaria de 2005. De esa manera se le entregó todo el Parlamento al “socialismo del siglo XXI”. Fue el peor error que la oposición ha cometido durante estos años de populismo militarista.

Más recientemente, la oposición participó en las parlamentarias de 2015 y arrasó de manera inobjetable. A partir de entonces comenzó el gobierno militarista a mostrar sus garras. Lo primero fue utilizar al Tribunal Supremo de Justicia para arrinconar a la Asamblea Nacional (AN) e ir progresivamente despojándola de sus facultades constitucionales. Todo esto conocido mundialmente demuestra que fue un acierto haber votado de manera abrumadora.

El plebiscito chileno del año 1988 es otro ejemplo que no puede pasar inadvertido. De esta manera, el voto popular puso fin a la dictadura de Augusto Pinochet. Otra evidencia del poder del sufragio para combatir dictaduras.

Para que el triunfo de la oposición el próximo 15-0 sea arrollador se requiere que los abstencionistas revisen su posición y ponderen las ventajas que ha logrado la democracia venezolana, cuando utiliza el voto para vencer regímenes antidemocráticos: en 1952 (Pérez Jiménez) y en 2015 (Maduro). Pueden hacerlo con “un pañuelo en la nariz” o sin él, pero no se puede desperdiciar esta oportunidad.

La experiencia enseña que la participación masiva del pueblo opositor permitirá derrotar al régimen ante la mirada de la opinión pública mundial. Debido a ello se ha activado una campaña para generar dudas y acicatear a quienes piensan que no votar es la mejor opción. Amenazan con que los gobernadores electos tendrán que juramentarse ante la anc, lo cual no es posible porque esta padece de ilegitimidad de origen, al haberse omitido la indispensable consulta al pueblo.

La salida del régimen se logrará con los instrumentos que brinda la democracia y el voto es determinante y necesario. La opción electoral sí contribuye a derrotar dictaduras, como ha quedado demostrado. Una victoria clara y robusta de la oposición en las elecciones regionales significará un paso relevante para que el gobierno entregue el poder en enero de 2019. Es un paso fundamental para recuperar la libertad. Por eso: ¡a votar el 15-O!


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