I
La virtud
- La virtud, buscada desesperadamente por quien no la posee, hace que se pierda la principal virtud de la virtud: la bondad.
- Un virtuoso puede no tener virtud.
- La virtud es como la filosofía: puede estar en cualquier parte y sirve para todo; sin embargo, es intangible.
- La virtud, en un ser humano, es un don difícil de saber cómo se adquiere. No se estudia ni se aprende en cursos de autoayuda; es, simplemente, una cualidad.
- Quien posee virtud no debe alardear de ella porque si lo hace, la virtud se convierte en pedantería y deja de ser virtud.
- La virtud siempre es positiva, la puede tener cualquiera, incluso alguien que nos caiga mal. Es un don que, como la belleza física, es independiente a la simpatía.
- La virtud destaca habilidades innatas no buscadas.
- Quien tiene virtud puede fingir ser repugnante, pero un repugnante no puede fingir tener virtud.
- La virtud no espontánea se convierte en repugnancia.
II
La repugnancia
- La repugnancia es rechazo. Es una sensación desagradable que producen las acciones o el alma de algunas personas.
- El repugnante a veces nace; otras, se hace durante el transcurso de la vida y a través de sus actos.
- El peor de los repugnantes es aquel quien siendo repugnante, cree ser simpático. Incongruencia producto del desconocimiento del significado del vocablo.
- Al repugnante nadie lo ama. Lo adulan, le temen o lo desprecian.
- El repugnante es un infeliz peligroso, especialmente cuando no se reconoce a sí mismo y atribuye su repugnante reflejo a otros. Ceguera del desventurado.
- Al repugnante con poder le gusta que lo adulen y quienes lo adulan, se sienten repugnantes.
- El repugnante sin poder, adula.
- Un repugnante bruto y con iniciativa es peligroso.
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