Soñar es delito. Es difícil escoger una sola imagen para resumir los tiempos de terror que vive Venezuela, porque desde hace más de 50 días los represores se han encargado de dejar claro que no les importa nada sino obedecer ciegamente y defender la tiranía. Por ello, asesinan estudiantes, detienen sin respeto al protocolo, atacan escuelas con lacrimógenas, gasean a los ancianos, derriban médicos con ballenas, allanan sin órdenes judiciales, violan la propiedad privada, invaden recintos universitarios, intoxican a religiosas, disparan metras y trozos de cabilla, hieren a periodistas, roban a manifestantes, agreden a las mujeres, juzgan a civiles en tribunales militares y declaran con el cinismo como argumento, en ultraje sistemático a la Constitución Nacional y a los convenios internacionales sobre Derechos Humanos.

Sin embargo, esta semana se produjo una imagen de extrema y simbólica crueldad: el destrozo del violín a Wuilly Moisés Arteaga, cuyo único delito es soñar con un país de oportunidades. Ni sangre ni heridas de proyectiles fueron necesarias para comprender el mensaje que los esbirros de la GNB y de la PNB transmitieron con hechos, más que con palabras: “Pisoteamos tu arte. Repudiamos tu futuro. Despreciamos tu vida”. El desconsuelo del joven músico, asido al cadáver de su instrumento, produjo una conmoción viral que multiplicó sus lágrimas en miles de rostros.

Superado el impacto inicial de tal felonía, la solidaridad y la esperanza asumieron el protagonismo en las redes sociales para revertir el desprecio hacia la actuación de los uniformados. A destacar el gesto de Oscarcito, quien prometió regalarle un nuevo violín con los autógrafos de Franco De Vita, Ricardo Montaner, Alejandro Sanz y Marc Anthony. Al rato posteó una fotografía mostrando la adquisición como primer paso a la consecución del objetivo. Cuando haya recabado las firmas, el instrumento será un trofeo de la lucha por el rescate de la democracia.

Pero, sin duda, el héroe de esta historia es Paolo Lena, quien junto con su pequeño hijo Alessandro hizo mucho más que poner en manos de Wuilly un conjunto de cuerdas nuevas. Al devolverle sus sueños y su sonrisa, le dijo a un pueblo guerrero que va en la dirección correcta, que los pequeños detalles nutren las grandes causas, que los verdaderos valores superan a las miserias, que en tiempos de oscuridad brillan las luciérnagas y que pronto, muy pronto, el horror solo será un capítulo bochornoso en la historia patria.


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