Tenemos la falsa creencia de que el vino rosado es una mezcla de blanco y tinto, razón por la cual nos parecen poco interesantes. Esta mezcla no se permite en la mayoría de los países vitícolas, no porque el vino resultante sea malo, sino para proteger las finas características de los vinos rosados típicos; la mezcla se permite en Francia, solo para elaborar la cuvée o vino base del espumoso Champagne Rosé, práctica utilizada en otros países, en la producción de estos elegantes y finos vinos.

Un clásico vino rosado es igual a un tinto pero elaborado con una maceración corta; se deja en contacto, mosto, piel y semillas de la uva, por unas veinte horas, cercano a los 10° C, para que se desprendan pigmentos y suaves taninos, así como los precursores de aromas; obteniéndose el color, aroma y gusto característico. Luego se separa el mosto, se prensa la uva, y ambos, el mosto gota y el prensa, se dejan fermentar hasta transformarse en vino.

Curiosamente el consumo de vino se inicia con los rosados, nos llama la atención su bello color y su suave sabor, generalmente algo dulce; por lo que consideramos principiantes a todo aquel que lo toma. Se usan expresiones erróneas como: “ no tomo vino rosado, porque conozco de vinos”;  con lo que el rosado se cataloga como un vino no tan bueno. Reconocemos que se encuentran vinos rosados excelentes, frutales y frescos, con finas características varietales. El sabor y aroma frutal, así como el color rosado y el suave gusto tánico se debe al método de vinificación mencionado y también a las características de las cepas utilizadas como Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Syrah, entre otras.

Estos vinos también aportan sustancias antioxidantes y cardio protectoras; poseen aromas de frutas  como, frambuesas, fresas y cerezas;  son deliciosos y de fácil consumo en cualquier ocasión, siendo ideal tomarlos en su primer año de vida. Vinos rosados secos y abocados, armonizan bien con comidas de sabores exóticos como la china y tailandesa; igualmente con carpachos, sushis, cebiches y además con pastas, risottos y paellas.  Cuando son semi-secos a semi-dulces, son excelentes acompañantes de postres y frutas frescas.

Se encuentran rosados clásicos como los españoles de Rioja, Navarra y Valdepeñas;  los franceses de Anjou, Languedoc y Provence;  los italianos de la Toscana, Piamonte y Véneto; así como chilenos, argentinos y los venezolanos de Bodegas Pomar.

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