Refiere el historiador José de Oviedo y Baños en su obra de 1723 Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela que en junio del año 1594, ante el inminente sitio de la Villa de Santiago de León de Caracas por corsarios bajo el mando de Francisco Draque (Francis Drake), pero que según ulteriores investigaciones pudo haber sido Amyas Preston, estando la ciudad prácticamente sola, salió en su defensa uno de sus fundadores, Alonso Andrea de Ledesma, quien a pesar de su longeva edad, su condición de caraqueño le impidió huir de su ciudad como muchos otros, y le hizo frente a la ilegítima incursión de los saqueadores de oficio, y, ante su muestra de arrojo y valentía, los guerreros profesionales le dieron honrosa sepultura.

Expresamente la pluma de Oviedo nos narra:

“Solo Alonso Andrea de Ledesma, aunque de edad crecida, teniendo a menoscabo de su reputación el volver la espalda al enemigo sin hacer demostración de su valor, aconsejado, más de la temeridad, que del esfuerzo, montó a caballo y con su lanza y adarga salió a encontrar al corsario, que marchando con las banderas tendidas, iba avanzando la ciudad, y aunque aficionado el Draque a la bizarría de aquella acción tan honrosa dio orden expresa a sus soldados para que no lo matasen, sin embargo ellos, al ver que haciendo piernas al caballo procuraba con repetidos golpes de la lanza acreditar a costa de su vida, el aliento que lo metió en el empeño, le dispararon algunos arcabuces, de que cayó luego muerto, con lástima y sentimiento aun de los mismos corsarios, que por honrar el cadáver, lo llevaron consigo a la ciudad para darle sepultura, como lo hicieron, usando de todas aquellas ceremonias, que suele acostumbrar la milicia para engrandecer con la ostentación las exequias de sus cabos”.

La anécdota que antecede y sus curiosos detalles, a pesar de haber pasado inadvertida por buena parte de la historiografía patria, así como la internacional, pudo haber inspirado una de las obras literarias más importantes de la hispanidad como lo fue El Quijote de La Macha.

Y es que existen válidas razones para pensar que el Quijote originario era caraqueño, por lo menos así quiero creerlo yo, y sé que no soy el único. Empezando por el tiempo de ocurrencia 1594, siendo que El Quijote fue escrito como más temprano en 1605 y, más aún, el propio nombre del Quijote, Alonso Quijano, grandes son las probabilidades de que desde la villa de Santiago hasta algún lugar en La Macha, y claro está, pasando por Andalucía, como Cervantes también tuvo oportunidad de pasar un buen tiempo, las anécdotas del caraqueño fundador pudieron darse a conocer.

451 años han pasado desde que Alonso Andrea de Ledesma y otros fundaron Santiago de León de Caracas, el 25 de julio de 1567, y desde esa fecha hasta hoy, muchos de sus hijos, caraqueños originarios por nacimiento o por adopción, hemos sido testigos de envestidas de muchos otros corsarios y expoliadores. La villa de Caracas, así como hoy se encuentra, en tiempos pasados ya había sido saqueada y destruida, e igual número de veces se ha levantado sobre sus cenizas, más fuerte y más resplandeciente, más viva que nunca, esta vez no será la excepción, ya que sus hijos, los de hoy como los de ayer, sabremos hacerle frente a los desmanes que siempre han querido destruirla y a quienes grande les queda el que sean llamados caraqueños.

Valga nuestra salutación, respeto y admiración a los caraqueños en el 451 aniversario de su villa natal. Caraqueños de ayer, hoy y mañana, caraqueños de la talla de Miranda y de Bolívar, a pesar del vilipendio de sus nombres y sus obras, incluso aunque se les haya podido atribuir hazañas que no han sido tal vez como se refieren, pero que en modo alguno pueden opacar la labor de otros muchos caraqueños ilustres en las más variadas ramas del conocimiento humano, como Luis López Méndez, Andrés Bello, Manuel Tovar, Pedro Gual, Juan Antonio Pérez Bonalde, Arístides Rojas, Luis Razetti, Jacinto Convit, Rómulo Gallegos, Henrique Pérez Dupuy, Carlos Rangel Guevara, y muchos otros, especialmente todos aquellos que día a día abrimos los ojos, viendo o añorando el Ávila, quien le regala a su odalisca tendida a sus pies carga de buena energía, como autores caraqueños por nacimiento o adopción bien nos lo han enseñado a sentir.

Caracas, feliz cumpleaños,

De parte de todos tus hijos, los de ayer, los hoy y los de mañana.


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