Una de las cosas que puede distorsionar la apreciación sobre la misión de la alta comisionada Bachelet, es creer, y hasta pretender que ella se constituya en una especie de árbitro político que medie en la diatriba nacional. Más aún, cuando al darle rienda suelta a esa expectativa, se pueda creer que su desempeño, en adelante, nos pueda resolver en términos perentorios una compleja problemática que tiente tantas aristas como dificultades. Pudiera sí constituirse en un factor importante para ayudar a impulsar las imprescriptibles acciones que tarde o temprano, pongan tras las rejas a quienes están incursos en crímenes de lesa humanidad. Pero olvidémonos de que se conformen en el seno del organismo mundial, las condiciones propicias para que en nuestro país se produzca en un desenlace en cualquiera de sus formas.

Al despedirse, en su declaración resumió puntos que han sido tan importantes, que ameritaron por vez primera que esa instancia, personificada en ella, estuviera en el país obteniendo, en vivo y en directo, la información necesaria para constatar tanto los informes que sobre su escritorio ya reposan con anterioridad, como muchos otros a los que con seguridad ha tenido acceso, provenientes de otros organismos, entre ellos de la OEA que también tiene en su estructura instancias de igual naturaleza, como lo es la CIDH de cuyo ámbito se excluyó este régimen dictatorial.  

Sin embargo, esas buenas intenciones en concretar el propósito de su visita para que se abrieran espacios que permitiesen mantener una relación más cercana y fluida con las autoridades e instituciones del Estado, la sociedad civil y las víctimas de derechos humanos, tienen de entrada el fatídico destino de las falacias. Mientras aún no había aterrizado el avión que llevaba a la ilustre visitante de vuelta a Ginebra, se reiniciaba una feroz persecución y detención contra varios militares y civiles. Tal vez el personal que integra la comisión para hacerle un seguimiento a  nuestro caso, le haya enviado el primer reporte de este hecho. Es de preguntarse si en verdad el trabajo de este equipo tenga que llevarse de tres a seis meses para concluir con una evaluación. Creemos que no es necesario y ello conllevaría que el régimen gane el tiempo suficiente para seguir minando a la oposición, extendiendo por mayor tiempo y sin límite la agonía que padece nuestro país.

En verdad que no hay que evaluar lo que evidentemente ha estado ocurriendo en nuestro país desde hace más de 20 años. De primera mano, la experimentada doctora Bachelet debe haber percibido la cruel y trágica realidad que el común de los mortales percibe sin el menor de los análisis. El lenguaje diplomático se supeditó a esa verdad dramática, cuando aludió la grave crisis económica, social y política del país, manifestando que le preocupa la situación de los derechos humanos y que le duele lo que en nuestro país sucede. 

Decir igualmente que era preexistente la crisis económica a las sanciones extranjeras que la han exacerbado, no deja bien parada a la dictadura culpable de que se hayan extremado esas sanciones. Como también la deja en evidencia, cuando destaca que para ella fue profundamente doloroso escuchar a las víctimas de violación de derechos humanos o de la violencia política por ser partidarios del régimen, lo cual ha generado una lamentable persecución, detención y tortura de muchos por ejercer sus derechos civiles y políticos de forma pacífica cuya liberación pidió. Los llamados a un entendimiento y a un dialogo. Que seguramente su alto cargo le impone, no arropan lo que en forma expresa señaló en beneficio de los derechos humanos en Venezuela.

Sin desdeñar la importancia de que se pudiere consolidar una favorable  matriz de opinión y de que algunos organismos europeos manifiesten su respaldo a esta lucha democrática que lidera nuestro presidente Guaidó, pensamos que en el continente sí contamos con aliados, mecanismos y escenarios apropiados, para impulsar con mayor eficacia un desenlace, vista la reconocida ilegitimidad de Maduro como presidente legítimo. En la OEA, el Grupo de Lima y en otros grupos y organismos regionales, tenemos el indispensable respaldo para pensar en soluciones a nuestra crisis en el corto plazo. Lo demás vendrá por añadidura.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!