En el reciente martes 21, se cumplieron 25 años de haber sido aprobada en Caracas en el Congreso de la República, la Ley de la cinematografía nacional (agosto de 1993) y bajo el título de “Un paso trascendente”, emocionado escribí entonces el artículo que ahora solamente en parte (pero vanidosamente) reproduzco, compartiendo emoción y devoción colectivas con tantos queridos y admirados amigos cineastas.

“Finalmente, tras repetidos y frustrados proyectos e intentos, y tras duro batallar en distintos momentos y terrenos, ha sido aprobada en el Congreso de la República la Ley de la Cinematografía Nacional.”

“Fue un proceso de incontables encuentros y desencuentros, de aceptaciones y objeciones, de interrupciones y recomienzos, y que pasó incluso por la superación de un suspenso de último minuto, resultante de la oposición declarada de la Motion Picture Association of America y sus eficientes agentes locales, a continuación de acuerdos aparentemente logrados y que hacían suponer superadas las discrepancias: de la presión descaradamente ejercida sobre la dirigencia y determinados militantes de los principales partidos políticos, por esas empresas y las de televisión y publicidad; y de algunas posiciones encontradas dentro del propio sector de los cineastas, entre quienes desde el instante mismo de concluida la redacción del proyecto, le confirieron carácter de inmodificable ni en una sola de sus líneas, y quienes en una valoración justa de la realidad y las circunstancias en que la discusión final se daba, decidieron mayoritariamente que era preferible la aprobación al precio de aceptar la modificación de algunos artículos, que aferrarse a un criterio maximalista cuyo resultado fácilmente previsible era quedarse una vez más sin ella.”

“Para la política expansionista de los Estados Unidos de Norteamérica una verdadera y poderosa Quinta Fuerza viene a serlo la Motion Picture Association. Se entiende entonces que hablen y actúen con prepotencia imperial, que sean precisamente como los duros de la película que llegan disparándole a las lámparas y espejos, y se plantan en medio de las mesas tumbadas mirando desafiantes a los presentes.”

“Suelen colocar sus intereses por encima del bien colectivo y del interés nacional; es lo usual que defiendan su negocio, y que esa defensa de lo suyo se caracterice no solo por negarse a hacer algún aporte económico al cine sino por el empeño en impedir que exista una cinematografía nacional.”

“Constituye un apreciable avance la creación del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, como ente rector de cuanto atañe a dicha disciplina y son así mismo hechos fundamentales, como redefinición conceptual, la transferencia de adscripción del Cine al ámbito cultural y la vinculación del nuevo organismo a un ente tutelar más afín en su naturaleza, con el Estado llamado a asumir su compromiso de aportar los fondos requeridos y a una agilización operativa en el manejo de los recursos.”

En ocasión de tan importantes sucesos, este diario publicó una efectiva nota informativa, e incluyó un artículo de Yasmin Monsalve en el cual afirma que la aprobación de la Ley de la cinematografía nacional es “un logro para los venezolanos. Es tener a través de ella y de su producto final que es el cine, una imagen propia que compita sin complejos con el cine mundial”. Hace mención de las opiniones de Marilda Vera (presidente de la ANAC), Oscar Lucien (presidente de la Fundación Cinemateca Nacional y quien cree que con tal ley gana todo el país, por cuanto una cinematografía sólida enriquecerá la cultura de los venezolanos), y del cineasta Leonardo Henríquez, para quien dado que el trabajo que viene ahora es creativo, es importante que nuestro cine siga siendo autoral.


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