“Los tuerturadores fidedignos son quienes miran lo que su codicia señala y actúan en consecuencia, perjudicándonos a quienes, por cobardía o ingenuidad, permitimos que ejerzan funciones públicas”

Todo lo que inferimos con propósitos de enmienda tiene la cualidad de un péndulo: va y regresa. De súbito, alguien nos reclama haber delinquido aun cuando hayamos jurado no hacerlo jamás. En el curso de nuestra existencia, varios a los cuales dimos merecidos fuetazos pueden irrumpir acusándonos de haber cometido. El tremebundismo pareciera subyacer en cada uno de los individuos, emerge cualquier día en lugares no siempre elegidos por equivocación.

Quien nunca ha ejercido un cargo público de relevancia mira, con curiosidad o envidia, cómo los rastacueros pasan a formar parte del jet set. Extendieron sus manos para apretar las tuyas, te pidieron el voto para convertirse en tus representantes de Estado. Una república lo es virtud a su ordenamiento jurídico frente al cual deben, obviamente, estar los más aptos e impolutos para administrar la justicia y los tesoros. Pero: es ceremonial de ficciones discursivas narrativas y poéticas, ni realismo o testimonial verídico. Tras cada sujeto que en pódiums acusa están quienes, al cabo, lo delatarán. El lema de escuchar, mirar y callar que se difunde en el organigrama burocrático universal es imponderable.

Los que “están en funciones corruptas” serán cargados, y no precisamente en hombros (como a matadores en plaza de toros). Que alguien tenga un solo ojo no le impide “tuerturarnos”: los billetardos son perceptibles y palpables, pero también audibles. El poder se ve, experimenta en el cuerpo, suena como fuga musical. Exaltado y castigado, pocos suertudos logran mantenerlo hasta el final de sus vidas sin ser sometidos a escarnio o juicios penales.

El funcionariado público corrupto es tuerturador. Tiene una visión obcecada de lo que pretende: urde, empresarialmente, cómo desfalcar los bienes nacionales. Está en concierto con oficiales de regimientos ilegitimados, cuyas tropas son esclavas al servicio de crímenes contra pueblos desamparados y sometidos a penurias.


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