Una caricatura publicada en las redes presenta a Maduro cayéndole a palos a una mujer (Venezuela) que está sangrante en el suelo mientras un grupo de personas miran con asombro con gestos de intervenir y son contenidas por Daniel Ortega bajo el grito de: “Atrás, nadie se meta, es un asunto de soberanía y autodeterminación de los pueblos”. Es la más exacta representación gráfica de lo que está ocurriendo en nuestro país. La dictadura y sus cómplices han puesto el muro de la palabra “soberanía” entre la tragedia venezolana y los organismos internacionales, muro falso que los demás países están en el deber de revisar.

El concepto de soberanía viene siendo objeto de tantas elaboraciones teóricas como autores lo han tratado, no hay una definición única de modo que hay que acudir a las fuentes del derecho público de cada país para tratar cada caso en particular. En Venezuela está definido en el artículo 5 de la Constitución que ahora rige: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el poder público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”.

Conforme a la definición antes transcrita mal puede admitírsele al dictador su pretensión de declararse dueño de la soberanía puesto que actúa contra la voluntad popular expresada en el último proceso electoral celebrado en diciembre 2015 donde expresó su decisión de confiar a la oposición el Poder Legislativo para que esta ejerciera a plenitud sus atribuciones. Esa decisión soberana ha sido desconocida y violada por Maduro y su régimen que a la par aplica una política terrorista usando la fuerza militar y a civiles armados para reprimir a ese pueblo que la CRBV define como el dueño de la soberanía.

El terrible saldo de la política del régimen escandaliza al mundo, toda clase de hechos horrendos son registrados en los medios de opinión pública del planeta. A la hambruna que somete a la población, a las penurias por carencia de toda clase de insumos en especial los necesarios para la salud, ha sumado la represión más salvaje que en nuestro país se haya conocido, esto debido al inmoral ejercicio del poder por una camarilla que exhibe sin recato lujos y riquezas gracias al saqueo sin control de los dineros públicos, así como al ejercicio de delitos universales como el narcotráfico y el terrorismo, y llevado todo este horror a los organismos internacionales nos conseguimos con una increíble inercia de sus instituciones porque ante ellas Maduro levanta el muro de la soberanía. Un puñado de regímenes beneficiarios y por tanto cómplices de nuestros sufrimientos defienden al sátrapa y anulan toda iniciativa de detenerlo en su macabro genocidio y de destrucción del sistema democrático.

En la OEA un grupúsculo boicotea toda iniciativa para detener nuestra tragedia, con lo cual destruyen el sistema regional panamericano diseñado para la preservación de la democracia, no le dejan tomar una simple decisión de pronunciarse ante la barbarie. Así también el órgano creado para castigar estos crímenes contra la humanidad tipificados como delitos universales en los distintos tratados, cartas y convenciones desatiende el deber que le impone la razón de ser de su creación y ni siquiera ha cumplido con abrir una investigación formal. Ante el Tribunal Penal Internacional se han consignado varias denuncias, personas individuales y colectivas lo han hecho, víctimas y organizaciones parlamentarias del mundo han presentado demandas ante ese juzgado y no hay respuesta, mientras cada día que pasamos esperándola asesinan a los estudiantes en las calles, matan al pueblo que caminando por calles y avenidas de todo el territorio nacional con las manos en alto en señal de paz solo se les responde con plomo, con bombas, con francotiradores, con balas envenenadas, con golpizas, con torturas, con cárcel, con tribunales militares, con muerte; ese pueblo necesita apoyo multinacional más allá de las palabras, ese pueblo necesita de otra fuerza militar que le defienda, una fuerza multinacional que a solicitud del único verdadero depositario actual de soberanía, como es la Asamblea Nacional, venga a detener la matanza.

Es hora de definiciones, a los países que en aplastante mayoría están mostrando determinación para apoyarnos se debe pedir la formación de una coalición de fuerza militar para restablecer la paz en Venezuela sin que les detengan los socios del dictador porque esta tragedia venezolana el día de mañana puede reproducírsele en sus propios territorios. Hodie mihi, cras tibi.


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