Llevar la realidad venezolana de hoy a un espacio de análisis y entendimiento es posible a través de la simplificación de algunos escenarios probables de materialización. Para la seguridad trabajar con escenarios e involucrados clave es fundamental pues, sirven como eje para la toma decisiones.  En este caso, vamos a aproximarnos a los involucrados que protagonizan la crisis del país.

En este ejercicio de simplificación abordaremos cinco grupos involucrados: el gobierno, el liderazgo opositor, el ciudadano, la FAN y la comunidad internacional. Cada una opera en función de sus conveniencias y posibilidades en un tablero de múltiples dimensiones. En estas líneas trataremos de presentar un pronóstico para los próximos 30 días, desde las perspectivas particulares de los actores principales.

El gobierno tiene como principal objetivo mantener la cohesión del poder. Sin ello, su ya reducido piso político de operación, simplemente se disolvería como arena y los que siguen aferrados a la botella vacía del Estado se hundirían irremediablemente. Maduro es el ejecutor principal de la maniobra de cohesión, lo hace desde distintos ángulos; pero son dos sus tácticas, la ilusión de progreso de la revolución (la idea de una constituyente para profundizar la revolución) y la represión intimidatoria a adeptos y a adversarios. Son tiempos en los que la lealtad ciega lo vale todo. El gobierno está en el juego de todo o nada, por ello no dialoga sino con sus propios interlocutores, no negocia, no hace elecciones de verdad. Cuando ya se está en el borde, ceder implica el abismo.  En el doble juego ilusión-intimidación solo se compra tiempo a plazos muy cortos, aunque no debe subestimarse la amenaza radicalizadora que siempre estimula y unifica a los ultras, cada vez más endurecidos y atrincherados en sus posiciones de hacerse con lo poco que queda de país en una movida de huida hacia adelante.

El liderazgo opositor, si bien en el presente lleva la ofensiva y ha aprendido a resonar con el clamor popular, debe pronto mostrar resultados concretos, si pretende seguir liderando a la inmensa mayoría que quiere a Maduro fuera del poder ya. No son suficientes las promesas de elecciones generales y liberación de presos políticos en un futuro de seis meses o un año que suenan muy pero muy distantes. No va a resultar sencillo para la oposición alcanzar logros sin negociación teniendo a millones de ojos como escrutadores minuciosos de la realidad. El pueblo está harto de engaños y dilaciones y no está dispuesto a tolerar diálogos ocultos con mediadores dudosos. Quizás el reto más importante que se le presenta a la oposición es negociar sin perder liderazgo. A todas estas, la Mesa de la Unidad no pareciera ocupar el papel de articulador de estrategias, se ha convertido en un centro de análisis más que en actor político, mientras que los partidos están desarrollando sus agendas propias. Si bien, la Unidad de algunos propósitos se mantienen (como salir del gobierno lo más pronto posible), no esperemos mayores intenciones reunificadoras de las fuerzas democráticas.

El ciudadano se siente hoy el protagonista de la realidad y hasta cierto punto, responsable de impulsar los cambios. Aunque, no se le puede pedir al pueblo que marche y se exponga a la violencia represiva del régimen por tiempo indefinido. Existe en el colectivo una mezcla de sentimientos, desde los más básicos, como el hambre y la frustración, hasta los más elevados como la libertad. Esta complejidad actual da para todo, pero no por mucho tiempo. El reto más importante del ciudadano es mantener activa la protesta y la calle a pesar de no conseguir victorias tempranas. El ciudadano puede en situaciones extremas de frustración producida por la falta de soluciones, llevárselo todo por delante y dejar atrás a gobierno y oposición. No son pocos los mini caracazos que, a pesar del bloqueo de los medios y la guerra de contrainformación, se están produciendo, sobre todo en zonas populares del país, identificadas en el pasado reciente con el régimen.

La FANB, hoy como en el pasado se convierte en la fuerza que hace la diferencia y, todo está dependiendo de un análisis en apariencia simple que cada miembro del cuerpo armado le está tocando hacer: ¿Qué es más costoso, mantenerse leales al régimen o darle paso al cambio? De esta respuesta se puede determinar la velocidad de los acontecimientos que en los próximos días pueden darse el país. Ya son varias las voces que denuncian ruidos incontenibles dentro de las filas castrenses. A esto se le agrega el costo de la represión que está pagando principalmente la Guardia Nacional y el reclamo a efectivos militares que reciben de sus familiares por la violencia desatada. El régimen se afinca en la penetración de la inteligencia dentro de los cuarteles con fines de cortar de raíz cualquier conato de insurrección, además confía en el poder de veto que una fuerza ejerce sobre otra al momento de intentar acciones de sublevación.

La comunidad internacional orbita en este contexto como un testigo heterogéneo en sus actitudes e intereses. Pensar que las soluciones son exclusivas del extranjero es un error, como también lo es creer que no son necesarios para que se den los cambios. Al régimen le sigue importando algunos actores en este juego, por ello envía a su Ministro de Defensa a Rusia y se apalanca en expresidentes que considera amigos. En el contexto regional, la OEA seguirá ejerciendo presión para mover la situación a escenarios de menor conflicto y salidas concertadas, aunque es más que evidente la etiqueta de dictadura que la organización colocó al régimen venezolano.

Así las cosas, no se avizoran soluciones a mágicas o de corto plazo. Esta nueva crisis venezolana es irreversible y llegó para instalarse, pero paradójicamente el tiempo pareciera no ser una variable que favorezca a algún sector en particular.  Veremos un mes de declaraciones cargado de conflictividad y represión con violencia en ascenso. No debe descartarse que el caos que ya se vive trascienda a terrenos aún más impredecibles, pues pareciera que ya nadie ejerce el control. Si bien la FAN puede inclinar la balanza a una solución, antes, se van imponer los ciudadanos determinados a hacer valer la frustración del hambre y el hambre de libertad.

@seguritips


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