Se solía decir en Caracas, cuando conversábamos entre parientes y amigos: ¡Oye vale “estás en las alturas del Golán”!, para señalar así que se estaba en una ventaja estratégica, y por tanto cómodo para enfrentar cualquier disputa, adversidad, o hasta la conquista de una chica. La realidad en Venezuela es por desgracia hoy otra; gracias a lo que no hay manera sino de llamar por su real calificativo: la gran estupidez de Hugo Chávez Frías. Hoy Estados Unidos reconoce las alturas del Golán para Israel, su inseparable aliada. 

Habiéndose presentado la terrible situación del ataque a las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, aquel 11 de septiembre de 2001, fue justamente Fidel Castro quien estuvo entre los primeros gobernantes en pronunciarse y condenar tal hecho abominable en el que murieron cientos de ciudadanos de muy diversas partes del mundo. Se decía antes que el auténtico marxista no acompaña, ni acompañaría nunca, a terroristas. El régimen chavista de Venezuela por el contrario no seguiría esta tradición de respaldo a Estados Unidos en el contraterrorismo, y apoyaría, desde entonces, mediante la manipulación de pasaportes y alojamiento en zonas de alivio, a grupos extremistas que han practicado y practican el terrorismo en diversas situaciones y localidades del planeta.

Prácticamente iniciándose este siglo XXI, el planeta fue conmovido con las transmisiones de aquellos sucesos terroristas, que impusieron al mundo una dinámica confrontacional en aquella región del mundo, donde se ubicaba el origen de tan siniestros planes y desarrollos: el Medio Oriente.

Refrescando la memoria, recordemos que Chávez aprovechó su popularidad y ventaja de posicionamiento, “estando en las alturas del Golán”, y se relegitimó después de promulgarse la actual Constitución el 12 de marzo del año 2000, “compitiendo” contra el candidato de la “oposición” Francisco Arias Cárdenas; luego de lo cual, en lugar de administrar debidamente la bonanza por los altos precios petroleros a causa del conflicto que el terrorismo provocó en el Medio Oriente ante la respuesta de Estados Unidos, se dedicó a acariciar su ego mediante toda clase de despilfarros hacia países que suponía eran parte de su encumbramiento como “supuesto estadista de talla mundial”.

Chávez realizó promesas mesiánicas y metió su nariz en cuanto conflicto regional podía meterla: del Cercano, Medio o Lejano Oriente. Ofreció ayuda humanitaria tanto en África, como en el Caribe. Se metió en Haití, donde realizó una política de liderazgo paterno, compitiendo en más ayuda que Estados Unidos y Brasil. Financió a Lula, a los Kirchner y a Correa, entre muchos otros. Apoyó a la FARC de Colombia, para que obtuvieran finalmente la paz conveniente a sus futuros planes. Viajó, viajo y viajó. Todo en verdad con los dineros de los venezolanos, la chequera petrolera y bajo la tutela de quien lo dirigió como marioneta para sacar, hasta hoy en día el verdadero mayor provecho que haya un país obtenido de otro en toda la historia de la humanidad, invadiéndolo sin disparar un tiro, inicialmente. 

¿Qué logró Chávez para Venezuela con meternos en todas esas confrontaciones en Occidente, empezando por Estados Unidos? Convertirnos en lo que somos hoy: una nación cuya soberanía es la más diversamente violada por mafias de diferentes países que vinieron y continúan viviendo en Venezuela, supuestamente a hacer negocios, inversiones y producir riqueza, con lo cual deberían enriquecernos también.  Sin embargo, han logrado reducirnos al hambre y a la pobreza haciendo emigrar a más de 5 millones de nuestros hermanos. Producir el inmenso saqueo de nuestros recursos, con la complicidad y traición de sectores que se autodenominan bolivarianos, militares y civiles, que son en realidad los muy traidores puramente ¡dolarianos! y sin patria.

Bajo una suerte de complejo del qué dirán si intervienen en países de América, muy incompetentes e incomprensibles políticas de administraciones norteamericanas anteriores hacia la región, nos presentan graves déficits de seguridad y defensa democráticas. Nuestras propias culpas y la indolencia mundial de complicidad en el saqueo realizado por mafias internacionales que lavan y mueven capitales alrededor del mundo nos han traído del sueño de la aparición de nuestro supuesto fenómeno Chávez al estúpido que nos demostró era en realidad, al desembocar en lo que tenemos que enfrentar hoy: en un escenario en que China y Rusia entran con firmeza en Venezuela, al norte del sur del continente americano, y con claras apetencias de continuidad. Nuestros aliados de este eje del mundo tienen que sopesar la respuesta de Rusia cuando afirman ”que estarán en Venezuela cuanto sea necesario”, según palabras de su ministro de la Defensa, como se conoció de sus recientes declaraciones.

¡Del juego de amagues y amenazas que han mostrado supuestas intenciones de atender la realidad venezolana, y frente al posicionamiento de Oriente a este respecto hay que actuar ya! El involucramiento de diversos países con Cuba como administrador principal, y con las potencias China y Rusia haciendo sus negocios y avances regionales, no creo que sea un juego en que debimos meternos y que irresponsablemente el mundo del hemisferio occidental deba seguir negándose a mirar que existe, en un preocupante contexto. El Consejo de Seguridad de la ONU debería ser convocado para aclarar de una vez por todas que no hay, ni pueden haber dos Venezuela. Que existe en ella una sola Constitución y un solo mandato de regreso de la barbarie a la civilidad y a la democracia. Que no dejaremos perder a Venezuela, y que ya no habrá más la idea de dos o más Américas, sino una sola América con tres regiones del norte del centro y del sur. En estas tres regiones junto con Europa debemos estar hermanados para asumir la defensa y reconstrucción del hemisferio occidental, para la libertad, la justicia, democracia, y la paz. “Muera la tiranía, viva la libertad”.

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