La nación merece un mejor destino. Cierto que está en caída libre, pero no como producto de la naturaleza, ni de fenómenos naturales. Ha sido empujada tiránicamente en nombre de una ideología “socialista del siglo XXI”, pero ejecutada por desconocedores de la realidad, quienes, además, han cumplido su tarea con dosis demasiado elevadas de incompetencia y corrupción descarada.

Por supuesto que el país está “de a toque”, como se acostumbra advertir ante las reacciones frente al desastre. El disimulo y la mentira de la política oficial originaria ya no sirve. La inmensa mayoría de la gente no les cree ni el Padre Nuestro rezado de rodillas. Los centenares de miles de compatriotas que por múltiples razones puntuales protestan por la situación y exigen sus derechos, ocupan la atención del mundo y obtienen la solidaridad del ciudadano común.

Pero los gobernantes, incompetentes y corrompidos, no son estúpidos. Saben que tanto el país como el mundo se les han hecho muy chiquitos. Están descubiertos. Entienden que, de continuar como hasta ahora, el proceso puede revertirse hacia lo positivo en relativo corto plazo. Ya se notan demasiadas contradicciones y enfrentamientos activos entre ellos, aunque se apela a todos los recursos para disimularlo y proyectar una débil imagen de unidad. Lo cierto es que Maduro y la cúpula de eso que llaman el alto gobierno ya no tienen tiempo para “perder desprestigio”, como diría el recordado Gonzalo Barrios.

No tengo suficiente información confiable sobre lo sucedido el  sábado 4 de agosto. No puedo, ni debo, especular. Sean cuales fueran las causas reales y los verdaderos protagonistas materiales e intelectuales, se trató de una acción mal planeada y peor ejecutada, sean quienes hayan sido. Pero con la situación sobre la mesa y las pocas noticias creíbles, me atrevo a afirmar que el gobierno colombiano del ex presidente Santos ni la dirigencia política de ese país tuvieron que ver. Mucho menos son creíbles o aceptables las feroces acusaciones contra Julio Borges y el diputado inconstitucionalmente secuestrado Juan Requesens, ambos líderes fundamentales de Primero Justicia. El video presentado es penoso, además, es prueba irrefutable de las múltiples violaciones constitucionales y legales para detenerlo y obtener mediante amenazas y torturas declaraciones convenientes.

El polaco Ryszard Kapuscinski dijo en alguna oportunidad que el soporte fundamental de la estabilidad del imperio soviético estaba en “… el terror y en su inseparable y tembloroso hijo, el miedo”. Así fue mientras duró.

A todos los problemas sobrediagnosticados que sufren los venezolanos se agrega ahora la terrible incertidumbre existente con lo del nuevo cono monetario, la muerte definitiva del bolívar originario, del fuerte y del soberano. El calumniado dólar está en el ambiente. Atención. “El cielo encapotado anuncia tempestad…”.

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@osalpaz


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