Echemos el miedo a la espalda y salvemos a la patria” / Simón Bolívar

Venezuela se ha convertido lamentablemente, en los últimos tiempos, en la noticia más relevante a nivel mundial. No solo por la grave situación económica, política y social que está pasando, sino también por ser uno de los países en los que el narcotráfico marcha a pasos agigantados por intermedio del llamado Cartel de los Soles, cuyo apelativo deriva por la conformación y estructura en la que sus miembros en su mayoría son hombres de uniforme, liderados por un capo mayor cuya identificación la tiene la DEA en sus manos y más de una vez su nombre ha sido reseñado por los medios de comunicación nacionales y extranjeros, para lo que no ha tenido que tirarse los “cabellos”. Eso por una parte, y por otra, la presencia masiva de integrantes de los grupos del Hezbolá, integrado por radicales extremistas y peligrosos terroristas del Isis, cuya sede se encuentra ubicada en la isla de Margarita, lo cual sin duda alguna constituye una eminente amenaza y peligro para el país y la región, como bien lo afirma el gobierno de Estados Unidos.

Lo ocurrido el pasado 23 de febrero en el puente colombo-venezolano de Las Tienditas, en el que tres camiones que traían toneladas de medicinas y alimentos fue incendiado por manos criminales del lado venezolano, revela la perversa intención y propósito del régimen de Nicolás Maduro de evitar que la ayuda humanitaria alivie la dolorosa situación y penuria de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos que padecen múltiples enfermedades, algunas de ellas crónicas y que por falta de medicinas y alimentos han fallecido en distintos hospitales del país, como lo revelan las estadísticas de varias ONG. Situación que nada parece importarle al régimen, pues paradójicamente señala lo contrario al afirmar que en Venezuela no existe ninguna crisis asistencial y hospitalaria, y tampoco se padece de hambre, pues todo cuanto del país se dice al respecto “obedece a una campaña tendenciosa de la oposición, manipulada por el imperialismo norteamericano”. ¡Qué descaro, cinismo y desparpajo de estos seudo revolucionarios socialistas, marxistas y mal llamados bolivarianos!

La crisis humanitaria que azota a Venezuela pasa no solo por la falta de medicinas y alimentos, sino también por la ausencia de los servicios públicos básicos como agua, luz, gas, teléfono, y la dificultad para obtener documentos tales como la cédula de identidad, pasaporte, título de conducir, certificado médico, apostillado de documentos y títulos universitarios y un sinfín de trámites burocráticos, que hoy día resulta imposible obtener, por las trabas e inconvenientes que asoman quienes están obligados a cumplir con sus deberes como funcionarios al servicio del Estado, y por el contrario, en complicidad con personas ajenas a sus despachos, se prestan para que dichos servicios se agilicen por intermedio de gestores con los que comparten onerosas comisiones o coimas. Se ha llegado a tal extremo que en la mayoría de las oficinas públicas, despachos, registros, notarías y otros, se han convertido en un flagelo. Existe, pues, un vacío político incapaz de resolver los apremiantes problemas que afectan a la sociedad venezolana, agravado por una crisis económica que está conduciendo al país a un inevitable colapso de impredecibles consecuencias, tal como lo revelan los más enjundiosos y calificados economistas nacionales y extranjeros.

Los ojos del mundo tienen su mirada puesta en Venezuela, hoy por hoy víctima de la ineficiencia, incapacidad, negligencia, indiferencia y prepotencia de quien a mala hora dirige (¿) los destinos del país, pues lejos de resolver los apremiantes problemas que enfrentan millones de venezolanos, dedica horas diarias de insulso parloteo a exaltar el “valor” de quienes disfrazados de milicianos, colectivos armados hasta los dientes con anuencia del régimen y presos  uniformados con trajes de la Guardia Nacional, perpetran crímenes, asaltan viviendas, incendian propiedades y todo cuanto delincuencialmente se les antoja, en supuesta solidaridad y apoyo a la seudo revolución socialista, que con guion cubano destroza sin misericordia alguna a la nación, poco a poco. Víctimas de esta barbarie son jóvenes que ofrendaron sus vidas, así como miembros de la etnia pemona vilmente asesinados en estos últimos días. Olvidan sus verdugos que los crímenes no prescriben, y así lo estipula la Corte Penal Internacional, instancia en la cual por cierto han sido introducidos libelos de demanda por “crímenes de lesa humanidad” contra Nicolás Maduro y su pléyade de cómplices, entre otros, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Delcy Rodríguez, Vladimir Padrino López y muchos otros más, que engrosan la lista negra de sus fechorías criminales.   

Estas son algunas de las razones por las cuales más de tres millones y medio de venezolanos han emigrado a otras latitudes, en procura de un destino mejor y de un futuro esperanzador que les permita obtener una mejor calidad de vida junto con sus seres queridos, sin perder la fe y esperanza de un retorno a la patria, tan pronto termine esa terrible pesadilla, por lo que anida en su mente el sueño de volverse a encontrar con sus amigos, conocidos y lugares de su querencia y diario trajinar. El tiempo de Dios es perfecto, como perfecto es el sueño de esperar días mejores, pletóricos de felicidad, dicha, paz, armonía, felicidad y cariño, con propios y extraños. Como lo representa nuestra propia idiosincrasia, con la cual nos hermanamos a diario, entre saludos y abrazos sin distingo de razas, clases, religiones, ni nada que se parezca.

Para alcanzar este propósito es necesario que relacionemos el valor de la esperanza con la fe y la paciencia, por cuanto la fe es el resultado de creer y, la esperanza, el resultado de mantener esa fe firme y constante. En tal sentido, la paciencia es la aliada perfecta para no desesperarnos y tomar decisiones desesperadas. No debemos olvidar que la esperanza es desear que algo suceda, la fe es creer que va a suceder y la valentía es hacer que suceda, por lo que debemos confiar que la esperanza se renueva cada vez más, por cuanto sumado a la paciencia alcanzaremos que la oscuridad al final del túnel sea apartada con la luz que comienza ya a brillar, en medio de la tormenta de la injustica y el maltrato humano. No debemos olvidar que todos somos Venezuela y todos somos resistencia, y anhelamos libertad y democracia. Bien lo afirmó el padre Libertador Simón Bolívar, ““Echemos el miedo a la espalda y salvemos a la patria”.

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