El 9 de octubre de 1820 independizaron Guayaquil, y dos años más tarde, el 24 de mayo de 1822 al Ecuador, tras la Batalla de Pichincha.

Tres venezolanos, León de Febres Cordero, Miguel Letamendi y Luis Urdaneta, se sumaron a la causa independentista de Guayaquil, hace 199 años.

Disuelta la Gran Colombia, el primer presidente que tuvo la nación ecuatoriana, fue el General Juan José Flores, natural de Puerto Cabello, reelecto en dos ocasiones.

Otros tres venezolanos, León de Febres Cordero, Miguel Letamendi y Luis Urdaneta, se sumaron a la causa independentista de Guayaquil, hace 199 años, efemérides que se celebra en esta ciudad con un regio programa de actividades culturales. Después del 9 de octubre de 1820, desde el puerto guayaquileño partieron las tropas libertarias de Colombia, entre ellas venezolanas, hacia las demás ciudades del Ecuador y, en especial a Quito, posteriormente emancipada el 24 de mayo de 1822, con la Batalla de Pichincha.

La historia, si se quiere, ha sido un tanto mezquina con algunos próceres venezolanos que tuvieron destacado papel en la causa independentista, primero de la ciudad de Guayaquil y luego con la propia gesta emancipadora que independizó de manera total y absoluta al Ecuador. Pues a excepción de los nombres del Libertador Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, el héroe de Pichincha y Juan José Flores, primer presidente de la naciente República del Ecuador, luego de la separación de la Gran Colombia, existen otros próceres venezolanos cuyo rol histórico se desconoce, pero que tuvieron participación activa en la vida pre- y posrepublicana de ese hermano país.

Algunos historiadores coinciden en señalar que con la llamada Revolución Octubrina, se pretendió concebir en Ecuador un proyecto que buscara su identidad nacional y cultural, así como la independencia económica y política, pese a que en esta gesta se perdió más en lo militar y geopolítico que en lo económico.

Cabe significar, que la aleccionadora actitud de los guayaquileños decididos a conseguir su añorada autonomía desafió las medidas represivas de la corona española, que había logrado detectar el movimiento insurgente. Hombres como José Joaquín Olmedo, José de Antepara, Lorenzo de Garaycoa, Vicente Ramón Roca, entre otros contaron con el apoyo de los venezolanos: Capitanes, León de Febres Cordero, Luis Urdaneta y Mayor, Miguel Letamendi, quienes se identificaron a plenitud con el movimiento y trabajaron decididamente para convertirlo en realidad. Conscientes estaban de qué se trataba de un proyecto distinto con el que anhelaban construir un régimen y una sociedad republicana, totalmente al margen de la monarquía hispana.

Por eso en la semana del 1 al 8 de octubre de 1820, hubo momentos trascendentales que fueron analizados en detalle para posteriormente ponerlos en marcha inmediatamente. Este estratégico encuentro fue llamado con el nombre de “La Fragua de Vulcano”, aunque en los siguientes días hubo supuestamente razonables excusas de Jacinto Bejarano, José Joaquín de Olmedo y Rafael Ximena para encabezar el movimiento y pese a ello los proyectos no se interrumpieron. Incluso el comprometido apoyo de los oficiales Gregorio Escobedo, Hilario Álvarez, Damián Nájera e Isidro Pavón, que eran miembros de las filas realistas, fortaleció el ánimo de los conjurados guayaquileños.

La providencial llegada a la ciudad de Guayaquil de los militares venezolanos León de Febres Cordero, Miguel Letamendi y Luis Urdaneta revistió gran valor, pues se sumaron a las tareas revolucionarias apenas las conocieron y gracias a la inteligente disposición de tácticas, líderes y seguidores de la causa octubrina, no contaron con mayores obstáculos para alcanzar exitosamente los propósitos trazados desde el punto de vista bélico. En otro lado de la ciudad, el mismo día 9 a la 1:30 de la tarde el venezolano León de Febres Cordero y varios hombres del Granaderos de Reserva se constituyeron en integrantes del Cuerpo de Artillería para afianzar el triunfo.

Otro venezolano, Luis Urdaneta con valientes jóvenes y varios miembros de tropa del Granaderos llegaron al escuadrón Daule, en donde consiguieron más gente que los apoyaba y estaba dispuesta a seguirlos. Mientras todo esto ocurría, en otros puntos de la ciudad fueron apresados el gobernador Pascual Vivero, el vicegobernador José Elizalde, y el coronel Benito García del Barrio.

La aurora del 9 del histórico lunes 9 de octubre de 1820 encontró a Guayaquil libre del yugo español. Sin pérdida de tiempo los próceres organizaron una Junta de Gobierno de la cual Joaquín de Olmedo fue nombrado jefe político en la que lo acompañaron Gregorio Escobedo, José Espantoso y Rafael Ximena. León de Febres Cordero rehusó formar parte integrante de la referida junta, aun cuando aconsejó que la misma formara con prontitud la División Protectora de Quito.

La propuesta del compatriota venezolano fue acogida con real beneplácito y al siguiente día quedó constituida la División Protectora de Quito, otro determinante hito para las futuras campañas que alcanzaron victorias y derrotas y que culminó con la épica Batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822, dos años después, sellando con ella la liberación total del Ecuador, la cual conducida magistral y militarmente por el cumanés Antonio José de Sucre.

El 11 de octubre a bordo de la goleta “Alcance”, el venezolano Miguel Letamendi en compañía de José de Villamil y otros patriotas marcharon hacia el sur para llevar la grata noticia de la emancipación de Guayaquil al general José de San Martín, quien seguía con simpatía la causa revolucionaria guayaquileña. Este hecho histórico sería refrendado el 26 y 27 de julio de 1822 por los Libertadores Simón Bolívar y José de San Martín, en la célebre entrevista que tuvo por escenario el malecón de la ciudad de Guayaquil, en donde actualmente se encuentra erigida una estatua conmemorativa de este trascendental encuentro entre los dos próceres sudamericanos.

De esta manera se hizo realidad un proyecto independentista, con una empresa de libertad articulada con visión de recursos, hombres, pertrechos, liderazgo, proyecto autonómico, y en el que tomaron decisiva participación y aportaron lo mejor de su intelecto y capacidades los compatriotas venezolanos León de Febres Cordero, Miguel Letamendi y Luis Urdaneta.

Son pues indisolubles los lazos históricos que hermanan a Venezuela y Ecuador desde la época de la independencia, más aún si se toma en cuenta que dos de los próceres venezolanos estuvieron sentimentalmente ligados a valiosas mujeres: Manuela Sáez, la Libertadora del Libertador, como la calificó el propio Bolívar y Mariana Carcelén de Guevara, esposa del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, cuyos restos mortales desde el año 1900 reposan en la Catedral Metropolitana de la ciudad de Quito. Habría que agregar el nombre de Pedro Gual, Abogado, periodista, político, estadista y diplomático, uno de los creadores de la política exterior de Venezuela y la Gran Colombia, quien llamado por Bolívar para formar parte del Consejo de Estado arriba a Guayaquil, ciudad en la que fue uno de los negociadores y firmantes del Tratado de Paz entre Colombia y Perú, que puso fin a la guerra que había estallado a fines de 1828 entre los 2 países.

El 9 de octubre de 1820 revistió una gran importancia por cuanto abría las puertas a la liberación del resto de los territorios de la Presidencia de Quito, por lo que Bolívar y San Martín comprendieron y valoraron este acontecimiento histórico, debido a la ubicación estratégica privilegiada de Guayaquil que desde ese momento permitiría el ingreso de pertrechos, armamento, tropas y además se constituiría en un centro de operaciones de gran relevancia, es decir, la Independencia del Ecuador se cimentó sobre la Revolución del 9 de octubre de 1820, porque desde el puerto guayaquileño partieron posteriormente las tropas libertarias de Colombia hacía las demás ciudades de la Sierra y, en especial a Quito, casi dos años más tarde emancipada el 24 de mayo de 1822, con la Batalla de Pichincha.

A 189 años de la histórica fecha de la disolución de la Gran Colombia, miles de compatriotas venezolanos agobiados por la criminal situación económica, política y social que vive el país, han decidido transitar por la misma ruta emprendida por el Libertador, Sucre y miles de soldados de los batallones venezolanos que pisaron tierras sureñas para libertarlas. Otros emigraron hacia distintos destinos, uno de ellos Ecuador, país en el que sin duda alguna se hallarán casi como en su propia casa, no solo por los mismos colores patrios: amarillo, azul y rojo del tricolor nacional, sino por los indisolubles lazos que unen a las dos hermanas repúblicas.

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